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domingo, 7 de octubre de 2018

DOS POEMAS DE PICNIC NOCTURNO DE CHARLES SIMIC




Y ENTONCES PIENSO


Yo sólo soy un dentista de fachada
que extrae un diente ennegrecido a medianoche.

Mastiqué muchas verdades amargas, doctor,
dice mi paciente después de escupir sangre

todavía encorvado, con el pelo gris
y oliendo a carroña, justo como yo.

Por supuesto, puede que yo sea el único aquí,
y que esto sea un truco de espejos que estoy representando.

Incluso el puñado de billetes pequeños y arrugados
que deja al salir, no me lo creo.

Puede que los separe con un par de pinzas húmedas
y los cuente, y luego puede que no.



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CEMENTERIO DE AUTOMÓVILES


Aquí es donde todas nuestras escapadas terminaron:
nuestros padres al volante, nuestras madres
con cestas de picnic en las rodillas
mientras nosotros nos sentábamos detrás
con las bocas abiertas.

Estábamos conduciendo derecho hacia el amanecer.
El campo era llano. Una ciudad surgió frente a nosotros,
con sus ventanas ardiendo con caída de sol.
Todo aquello se esfumó cuando abandonamos la autovía
y bajamos por una pradera oscura
cubierta de latas de cerveza y envoltorios
de caramelo desparramados,
hasta que nos detuvimos junto a un viejo Ford.

Primero el predicador de la radio perdió la voz
después nuestras cuatro ruedas se desinflaron.
Los muelles asomaron por la tapicería
como un nido de serpientes de cascabel,
mientras tratábamos de mantener la calma.
Más tarde, aquella noche oímos unas risitas
procedentes de la chatarra de un coche fúnebre,
entonces no dijimos ni pío
hasta el día de la Resurrección


Charles Simic
Picnic nocturno

Traducción de Nieves García Prados
Valparaíso Ediciones

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