«Mi
padre me enseñó que la flor puede contemplarse tanto con ojos de
insecto como de entomólogo»
Jorge
Riechmann
Mi padre
me enseñó
a decir
no
a
trabajar duro
a hacer
cemento
defender
a los más débiles
cortar
leña
a cuidar
a los pequeños
usar la
azada
respetar
reparar
a gozar
a mirar
con compasión.
Contamos
diez cebollas en la huerta
ocho
hachazos en los leños de encina
—el
sudor del padre y sus ojos cerrados—
siete
surcos para drenar el agua del riego
seis
paladas de arena por dos de cemento
cinco
gritos por hora: no te escondas
cuatro
piedras con las aristas de sangre
tres
hijos vivos, el padre uno
al
amparo del dolor —el peso de la
vida:
un
paso de danza que se ejecuta sin pareja—
Desbrozamos,
con su compasión, la maraña
violenta,
el ruido agreste, cercamos el miedo
antiguo
y tosco, y limpio el camino
mostramos
la salida del daño, ánimo
ya
está, la tarea bien hecha: el descanso al fin.
24
de mayo de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario