puedes
gritárselo al alba porque todavía estamos solos
a pesar
de los kilómetros y los días a nuestra espalda
aún no
hemos hallado refugio y nos resbalan en esta tierra los pies sin
cimientos
las
ganas de encontrar lo que inconcediblemente no buscamos
como si
intentáramos aprender un idioma nuevo cada jornada
como si
cobardes
no
fuéramos más que una compañía intermitente al amparo de lo
desconocido
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será tu
marcha silenciosa y repentina
y nos
sorprenderá con las manos manchadas de otros asuntos
como si
por anunciado nos hubiéramos olvidado de esperar lo obvio
como si
la ausencia de enfermedad no reportara otro vacío
y
permaneciéramos ufanos saciados de una existencia que nunca fue
nuestra
prometo
velarte cuando llegue el momento y dedicarte las horas que me
faltaron
no
cubriendo mi deuda pero sí demostrando que siempre te tuve
que
corres por mis venas más de lo deducible
y tu
presencia en mí no es sólo un recuerdo a narrar a los que se
acercan
a Julia, mi abuela
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tu
silencio es mi descanso
el
bálsamo que aleja los males y relaja la guardia en este reino de
trincheras
donde la
palabra es sinónimo de mentira
y su
omisión esconde traiciones no desveladas
tu
silencio es síntoma de mis desvaríos
de
mandíbulas desencajadas por el cansancio de lo falso
y la
invención agria pegándose a la lengua
al
despertar cada mañana con un amargo sabor de genocidio en el paladar
Izaskun
Gracia Quintana
despertar
lloviendo
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