Nieva en
los estercoleros y en las tumbas, nieva en los páramos
agrarios,
nieva especialmente en los ojos de Jorge.
Y
yo huyo,
huyo de
la nieve.
Huyendo,
he
llegado a un lugar sin preguntas, sin mendicidad, sin inclemencias;
deshabitado de pájaros; deshabitado asimismo de los mansos uncidos
animales amados. No hay tumbas ni edificios, no se oyen nunca los
grandes mugidos, no hay temblor
ni
enfermedades ni salud, no hay
agua ni
sed, nada tiene
valor ni
sentido.
¿Qué
hacer?
¿Qué hacer yo mismo, yo
también
animal
uncido y
amado?
Antonio
Gamoneda
La
prisión transparente
Vaso
Roto Poesía
No hay comentarios:
Publicar un comentario