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jueves, 12 de enero de 2017

UN POEMA DE POBLACIÓN FLOTANTE DE MERCEDES CEBRIÁN





 

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De acuerdo; las criadas que usen

nuestro perfume y vistan nuestra ropa serán

despedidas de inmediato, pero lo que nos

pasa, el centro mismo de lo que nos pasa, es justo

lo contrario de esa clase de arma

arrojadiza. Las tijeras

nos llevan gran ventaja divulgando

su modo contundente

de zanjar.

 

Nos disecaron mal: la mala taxidermia

nos permitió movernos en exceso e iluminar

ciudades con nuestros propios vatios. Nadie

nos lo pidió. El agua, en cambio, no logramos

copiarla.

Padecemos diásporas, símiles de diásporas;

padecemos también lo laborioso

de la empresa de hablar. Todo el esfuerzo

lo hacemos con la voz: avanzar, embestir,

empujar la negativa ajena,

ahuyentar los silencios. Lo mismo da

que miremos al frente o hacía un lado: hablar es

giratorio, la pena ante lo dicho por ejemplo esa tarde

es también giratoria. De ahí que la voz persista y

module, y emita, y busque una

presencia. Y mientras, qué tenemos

para ofrecerle al otro sino un par

de temibles cuchillos

tan leves que ni

                      cortan.

 
 

Mercedes Cebrián – Población flotante

Ediciones Liliputienses

 

 

 

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