La espiritualidad
Fue en los árboles,
en el tiempo del silencio y las alturas, en la
vasta soledad del crepúsculo
cuando las hojas de las acacias o de las ceibas
adquieren sus tonos
más rojizos,
justo cuando el sol se guardaba en su lecho o se
caía por el horizonte.
En la hora de los detalles,
cuando las penumbras ganaban la batalla a la luz,
cuando las ramas brillaban en sus puntas de plata,
porque el último
rayo del día
había tocado con su dedo los bejucos a punto de
nacer.
Ahí, justo ahí.
descubrimos el espíritu que aleteaba sobre la
superficie de las hojas
y supimos para siempre, que no estábamos solos.
Iosu Moracho Cortés – Antología de poemas de la
madrugada
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