Hotel, junio, 2014, Torrejón, por Pablo Müller
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«…tan lejos el pañuelo que cubre su martillo / la
sierra / los clavos del oficio en un silencio sin república. ¿Faltan rostros
que fuimos en calendarios del despojo?»
Juan Gelman
Un profesor
trae la lámpara mágica y olvida crecer, ¿cómo a su lado lo harán los más
jóvenes?
Un
guerrerodios pelea por el éxito del padre, ¿cómo no fracasar como él? ¿cómo no
entendió?
Un príncipe
patricio fatuo muestra el camino de los entresijos del alma de las monjas y sí,
es ruido el recreo y los árboles de los patios, ¿cómo no reconocer el vacío?
Un
pistolero, un espadachín, un libro viejo, el accidente de tráfico, la tarjeta
de visita sobre el mostrador húmedo del barnoche, ¿cómo no dejarlo al olvido?
Un
picapedrero borracho mira inconsciente la violencia dolor de la guerra de
otros, ¿cómo no va a hablar a las sombras? ¿cómo no responder a ese silencio?
Una
estricta muerte y su ritual acompaña al trabajo a la mañana y a la tarde
vidrioalcohol y termitas, ¿cómo no contar los billetes y esconderlos de las
ratas?
Un hombre
viejo gruñe y fotocopia los viajes a la muerte, deja el jornal como escupitajo,
¿cómo no buscar el autobús a los lejos? ¿y el sur?
En los
trayectos del vendedor hay charcos y baile en los polígonos industriales, hay
amor, y cormoranes de cobalto al cuidado de las acerías: juegan con el humo de sus
chimeneas, ¿cómo no reconocer el polvo del taller, abuelo? ¿y no llorar al
amanecer en algunas de las autopistas y su peaje?
El recuerdo
cae lugar paraíso perdido y se rompe ¿cómo no falso espejo? Ajusta el casco,
cuida la corbata y ase el plano con las instrucciones para las incertidumbres,
¿cómo no en blanco?
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