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jueves, 9 de enero de 2014

LOS TRECE LIBROS DEL AÑO TRECE



Sábado de diciembre de 2013 por Pablo Müller


«OFRECIMIENTO: tengo presente

el último agujero

dentro de mis tripas

llevaba un mundo viejo                 (que no era tuyo)

brindo por los hombres y mujeres

que van soltado lastre.»

Gsús Bonilla

 

«Fracasar mejor, aconsejaba Samuel Beckett. Vivir bien quiere decir – en buena medida – saber perder: eso sí, sin ninguna complacencia en la derrota, sin ninguna poética del perdedor.»

Jorge Riechmann


 
 

http://casimiroparker.wordpress.com/libros/como-liberar-tigres-blancos/Como liberar tigres blancos de Isabel García Mellado. «siempre por
si acaso / piernas muy blancas atraviesan inviernos llenos de trenes / una niña que tiembla en las voces que huyen» Algunas palabras suenan en silencio y ocupan toda la extensión del recuerdo y sin lugar donde quedarse las otras palabras oscilan entre el columpio y el monedero, domingo, el único día que se lleva por nombre, entre el motor del coche que arranca y el grito alegre de un niño. 

http://bailedelsol.org/index.php?option=com_booklibrary&task=view&id=589Brazos, piernas, cielo de Isabel Bono. «podría decir noche / donde
oscuridad / manos donde oscuridad / tú donde oscuridad / decir tú donde noche / tú donde manos / imposible no arder» No a los sabios, de rodillas, el tiempo es parte de la duda con la que despierto, en las semillas de la noche se dejan los secretos, el secreto, ya lo sabes, es el inaguantable dolor.

El título de un sueño de Héctor Hernández Montecinos. «el lenguaje es el único don / heredado de los muertos» «El poeta toma conciencia de su poema cuando ya no existe. Ninguno de los dos.» «El verso y el arado tienen el mismo origen.» «La página es el nacimiento de las sensaciones: ramas que ven a lo lejos el fuego,» La página es la sombra de un árbol. El poder dice que los árboles son objetos sujetos a la propiedad y salvo excepciones puedes ser cortados, triturados, a su pesar. La página que queda niega esa muerte. 

Porción del enemigo de Enrique Falcón. «mi otra mano en mi hijo / tiembla con la edad que aguardan los hombres / y no hay muerto que no tenga su muerto apretado, / ni su duda de arista / ni su alivio inasible» El sacerdote Johann Gruber con número de identificación 43050. Gruber el alemán puso fábrica en Burceña, aún queda la esquina del ajustador, mi abuelo. Hay que escribir poemas cuanto tenemos hijos. Hay hijos en todos los poemas. 

Cuadernos de guerra de Raúl Zurita. «canten — seguían diciéndonos — canten y canten» La guerra en la mejor prueba de que no hay dios, rugido de mar y del destierro. Un destierro hacia abajo: sótano, pozo, zulo, puerta de seguridad, silencio. A la noche se encienden las fogatas y comienza, en otra parte, el murmuro de los generadores de gasoil, aún en la desgracia hay clases: los últimos verán el resumen de los partidos de futbol mientras aplauden las ametralladoras. En el norte de Bosnia no hay playas, ni mar por donde marcharse. 

Destrucción de algunos tópicos sobre lo incierto de Elena Román. «No llegarán tiempos mejores: / el tiempo no tiene plural / pues siempre es uno / y está sólo.» El tiempo es uno y está solo, cobija el dolor — justo cuando comienza a ser un pensamiento, el último ladrido del perro del vecino, el loco que come pasteles, los últimos, entre la algarabía de los niños sin sombra, las últimas tardes largas del año, no querrán dormir — temen que la cara se les borre cuando sueñan,— temen la voz de las mañanas del invierno: qué tiempo curo qué a quién sin el abrazo confuso. 

aMoremachine (poemas de claradehuevo) de Gsús Bonilla. «TODXS NUESTRXS HIJXS VACIXS: eme / soñó ser madre / en su sueño / acunaba una piedra / ¿hay algo más duro / qué interrumpir un sueño?» Durante este tiempo has acunado lastre. Es la lealtad la que te lo permite. Eres leal cuando amas. La lealtad es el vínculo, la cuidas para los que llegan, los que se van yendo no la precisan. Es su legadosueño. 

Fracasar mejor de Jorge Riechmann. «Uno aprende equivocándose. ¿Aprende a no equivocarse? No. Aprende a equivocarse mejor.» Limpiar las palabras del ruido viejo. Un sonido de millones de años: el mar contra la playa, en ocasiones el murmullo del motor de un coche, un sonido de cien años. Un año sabático sin lenguaje, sólo con el mensaje del mar, ola, arena, viento y la risa de los niños. 

Praga de Manuel Vázquez Montalbán. «Cuando pague mis deudas / y entierre a mis muertos / ya seré viejo / me lo dirá el frio cierre / del mar hasta mi cuello / el último poniente de un verano / la piel que pide abrigo de toalla / en cada deuda perdí tiempo / en cada muerte memoria de mi / sin nadie que me cuente / el porqué de mis sombras / quedaré a vuestra merced /  mis bien pagados acreedores» Primero fue la deuda. Luego se hizo el dinero para pagarlas. Primero fue el sonido de la lluvia en algunas piedras. Luego se hizo la poesía. Luego se hizo un anuncio en televisión. 

Noche sin clausura de Laura Giordani. La clarividencia de estos versos: «No bastará con la poesía: habrá que tener además / los huesos livianos de los pájaros.» «¿Dónde la palabra para desatar la vida?» «muerte de mala muerte, tenaz muerte diaria,» Y mientras nieva en las ciudades del norte despierto tuyo. Huyo al lugar donde estamos antes de vivir. Cielo nocturno. Las estrellas: los libros de los muertos. 

Limbo y otros poemas de Ada Salas. «La soledad. / El muro / en que viene a parar todo lenguaje.» «Un punzón atraviesa la placenta del mundo» «Una roca molida / entre/ las mandíbulas / del corazón. / (Deletrear / allí / el canto tartamudo de la muerte.)» «Ahora voy a sentarme muy / cuidadosamente en la cuneta voy / a arrancarme los ojos / y voy a ver el sol» Los soldados serbios enterraban las minas antipersona en las cunetas. A la espera de los conductores de los camiones de ayuda humanitaria, que paraban a mear. 

Desalojos de Miriam Reyes «No lo siento por ti lo siento / por nosotros: / alguien que nos amaba ha muerto.». Dar nombre a las cicatrices de los vientres de las madres. El ejercicio de irse, el fracaso y el conocimiento. Cuerpo sin sonido. Cuerpo imagen del silencio. Una memoria donde se mata. «Apenas nada apenas nunca apenas / tu mano fue cediendo al sueño / y otra vez quedamos esparcidos / por las baldosas del hospital el parking del tanatorio / y el mármol de tu nicho. / Por primera vez y última: nosotros.» 

Pobreza de Viktor Gómez. «menos mal que aún nos queda poesía en zulos celdas y túneles» Agujero aguardo. El libro que no existía. Encerrado en piedra. A la espera de la dinamita. Mi tío abuelo perdió un brazo en la explosión de uno de sus cartuchos. Mi hermano hoy trabaja en la fábrica que fundara Alfred Nobel. Hace esa dinamita. Juan Carlos Mestre lleva mecha y cerillas en sus palabras, en las acuarelas con las que da las gracias. «para ganarse en el beso / —inextinguible, irreformable— / la memoria               los barrios liberados» 

Trece libros para el año trece. Trece momentos para trece meses, incluyendo el que nos falta, el necesario para el silencio. Trece veces gracias.

 

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