Playa de Ereaga, el uno de junio por Pablo Müller
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«la
matriz nutre y fija los vocablos»
Silvia Guerra
Pablo Neruda tenía un cáncer terminal
en el momento de su muerte —informan— tal vez no muriera por su causa,
necesitamos otro término para nombrar ese final: tal vez haya lenguaje para
cada tiempo.
A los tres años —semilla— en brazos por
las calles —miedo— de la ciudad al grito de la sirena, y niño, en el sótano húmedo
de angustia, —llaman refugio—, llaman antiaéreo. Mejor vivo con el miedo.
Madre. Antes muerto que cobarde. Capitalismo.
El soldado a caballo, —una fotografía—,
la última sonrisa. No hay trabajo, quién te va a querer a ti, en el llanto de los
hijos, calla, cierra la boca, no rías tan alto, los llantos atraen a las bombas
alimañas.
Ciertas olas a estas horas de bajamar
son ciertas: cada vez que el mar se mueve la vida extiende, cada vez que la
vida ensancha, el pasado se junta, en su vacío acompaña con otro nombre: su
matriz.
Silvia Guerra, Pulso, Amargord Ediciones
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