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lunes, 27 de mayo de 2013

PUENTE DE HIELO DE JORGE RIECHMANN O LAS ALAS MORDIDAS DE LA MARIPOSA


Playa de L'Estartit en abril de 2013 por Pablo Müller



 

El tiempo es el plazo que tengo para amar, también para odiar el campo de golf y su significado, el campo de concentración y su grito, expreso horror ante “las alas mordidas de la mariposa” y la expresa herida del lucro cesante.

La vida es una suma de días, de mujeres y hombres,

 — agosto en los años setenta en L’Estartit —

 — abril con lluvia inapropiada en un tanatorio de las afueras de Valladolid, cuarenta años después —

y parecerme “yo mi propio policía”.

Vengo hasta el mar más antiguo, a tomar lugar en la geografía descuidada de la infancia, la tormenta de verano, apelando a la fortaleza de la memoria, banal objeto frágil de palabras, y no hay lugar, donde dejar el niño que llevo, hay puerto, hay pájaros con hambre y su correspondiente regreso.
Tengo el andar de un lobo y en la barba un sarcasmo, la crueldad tiene que ver conmigo. Para ti es “el tren de la inocencia” hecho con contratos amañados: hormigón, tendido eléctrico, y graciosas indemnizaciones.

 

 
 
Jorge Riechmann.



miércoles, 22 de mayo de 2013

FEBRERO EN ZARAGOZA: UNO


Zaragoza en Marzo de 2013 por Pablo Müller



«Son demasiado bellos los días de un hombre,

el paso por el mundo, la inmensidad de haber vivido.»

Manuel Vilas

 

Uno

 

Febrero es un mes oscuro.

Febrero es parecido al frío.

En ocasiones frío y viento son compadres de tasca y vino.

Los hoteles están en silencio en febrero y para decir buenas noches hay

que llamar por teléfono

en Zaragoza.

 

Todavía hay muchas paredes antes de llegar a la intemperie,

me ofrecen un montacargas para bajar el coche al sótano menos cuatro de Conde Aranda

un paisano afectado por el viento de febrero ha visto como nos engullía el edificio

es importante el coche: con él creo que puedo huir de febrero y de Zaragoza llegado el caso de necesidad

en febrero

un mes oscuro y parecido al frío.

viernes, 17 de mayo de 2013

LOS MARTES SON PARA LOS POETAS, LOS DOMINGOS PARA LOS PIRATAS

Grúas de Lutxana en abril de 2013 por Pablo Müller


 

«¿Aún se pueden coger estrellas con la mano?

Depende de para lo que tu vivas,

los martes pueden ser domingos.»

Antonio Orihuela

 

Hay dos bandos, como siempre,

a un lado los piratas, al otro los poetas,

en medio la plancha de madera por dónde camina

sobre el agua el derrotado,

abajo las pirañas y los pelícanos a la espera

del despojo…

 

Hay dos bandos, como siempre,

y me pregunta el hijo a cuál pertenezco,

— no sé responder, los dos rechazo

porque los dos me gustan —

y le pregunto, para ganar tiempo, en cuál quiere que milite

— horrible palabra la de militar —

y me dice que en el de los piratas, para abordar

el navío y tirar los poetas al agua

y los coman los atunes y los tiburones

— es lo que hago, — pienso — cuando escribo:

 

abordar el paquebote que se aleja, echar a los poetas

por la borda y contemplar el chapuzón patético mientras

las pirañas nos muerden los tobillos y las orejas,

y opinar que el poema está bien planteado,

y que el final correcto no siempre es la muerte,

que puede ser el domingo

por mucho que caiga en martes.

 




martes, 14 de mayo de 2013

LAS MENTIRAS ANDAN RÁPIDAS Y TRABAJAN SOLAS




 
Viaje de vuelta 18 de octubre 2012 por Pablo Müller
 
 
 
 
Las mentiras andan rápidas,
y trabajan solas.
 
Nos llega una mentira y primero la dudamos.
Nos llega la siguiente
y en medio de la duda primera
nos encuentra con la sorpresa:
— es muy cansado dudar siempre —
así no tenemos tiempo para seguir
dudando,
por eso que nos llega la mentira nueva:
nos encuentra agotados con la duda suspendida
y creemos.
 
Como no vamos a hacerlo
si necesitamos el descanso
que la mentira trae.
 
 


viernes, 10 de mayo de 2013

OIGO EN MI CORAZÓN TODAS LAS COSAS QUE NO QUIEREN MORIR

 



 

«Oigo en mi corazón

todas las cosas

que no quieren morir.»

Dionisio Cañas

 

Es posible oír en el corazón todas las cosas que no quieren morir, dice Dionisio Cañas, lo menciona Antonio Orihuela.

Es posible oír en mi corazón las cosas que no quieren morir y se oyen en el mismo idioma que usa la muerte para dar por terminada esta conversación.

Un idioma antiguo que une palabra a palabra la infancia y la vejez.

Es posible oír en mi corazón a mis muertos, que no dijeron adiós, oírles decir la palabra amor, amor, tanto amor que depositan a nuestro lado, tanta vida, tanto mar.

Ese amor es para ti. Un préstamo. Para toda una vida,  para que lo deposites en todas tus playas,

para que lo embarques en todos tus viajes,

y lo oigas en tu corazón como Dionisio, como Antonio, como lo oigo yo.

domingo, 5 de mayo de 2013

LO QUE QUIERO PERDER ESTÁ AQUÍ ESCRITO




A la noche por Pablo Müller en mayo de 2013
 
«Lo que quiero perder está aquí      escrito

aquí

          es su fracaso»


 

Lo que quiero perder está aquí      escrito. A veces se esconde: no se deja leer. Lo que quiero perder está aquí      escrito. La fiebre en una cama de abril en Stobreč. La mente en un delirio. Una puerta que se abre para que se cuele el miedo. Lo que quiero perder está aquí      escrito.  La rabia que licuo en la grasa del vientre. Sufra yo todas las enfermedades de mi familia. Lo que quiero perder está aquí      escrito. El mar devuelve piedras verdes. Hubo un tiempo que borracho tiraba las botellas vacías en la playa. El alcohol y los accidentes de tráfico. Es su fracaso. Escrito. Es su fracaso. La ciudad que abandono. La carretera vacía en la madrugada. ¿Dónde mejor que en el espejo de un baño? La cama sola como madriguera. Es su fracaso. Escrito.



 

miércoles, 1 de mayo de 2013

NO PUEDO VER SUBIR UN NIÑO A UN BARCO





El verano del 95 en la ciudad de Mostar tuvo más de tres meses: no había escuela para terminarlo. Por eso montaron a los niños en un autobús en Ulica maršala Tita. Como despedida desde el monte los morteros saludaron con su eco de muerte. Puedo contarlo. Estaba allí. Un niño marcha de la ciudad donde su familia queda  y es la explosión la que le dice adiós, ¿qué miedo acompañará el resto de sus viajes?

Dos kilómetros después el autobús tuvo que parar porque llevaba el escudo equivocado en la matrícula. Los niños bajaron a la espera del transporte correcto. Mientras los chetniks serbios dispararon sus granadas de despedida. Un soldado azul me dijo que no los invitaba a entrar en el refugio porque igual se asustaban más. Puedo contarlo. Estaba allí.
Los niños de Mostar desayunaban miedo.
Tres horas hasta el puerto de Split y los niños subieron a un barco rumbo a Ancona.
Después vomité el desgarro y me emborraché con rabia.




Mi padre subió a los tres años a El Habana en el verano del 37 en Bilbao huyendo de las bombas de la legión Condor nazi. El padre de mi padre recorría unas semanas antes las calles vacías de Gernika, donde había crecido, arrasada por el fuego de las bombas.
No puedo ver subir un niño a un barco.