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sábado, 17 de noviembre de 2012

AFUERA CANTA UN MIRLO DE ROGER WOLFE




Afuera, tarde de octubre por Pablo Müller



Aconseja Roger que empecemos con el trabajo sucio:

Uno no escribe necesariamente
lo que quiere, sino lo que debe escribir.
Uno mira alrededor y se da cuenta
que hay montañas de ropa sin lavar.

Escribir es un trabajo sucio, —si aceptamos trabajo como animal de compañía— que produce desorden, hambre, caos, desmadre, perdición, y todo para buscar una felicidad que está donde no está, con lo que queda sentarse, sentarse y esperar.
Poemas facturas a noventa días y transferencia, afeitarse a las seis de la mañana, sin coartada con la que evitar el castigo que la ley (vida) infringe porque sí.

Mirar por la ventana.
Fumar un cigarrillo.
La sirena de una fábrica,
las calles vacías,
las esquinas…

que tanto joden cuando vas distraído, la música de la culpa, la tatareamos cuando se muestra el miedo en su origen, y con la canción sobrevivimos los que tenemos miedo (que no confundir con los cobardes) y así dejar una siniestra sinfonía de herencia en los genes que nos perduran.
La paz es un sitio, la paz está en todos sitios menos en el que estamos buscando nos avisa Roger Wolfe, como la patria es una planta sin raíces que se manifiesta en un poema. Paz, patria y poema. Los bárbaros estaban dentro: nosotros siempre fuimos los verdaderos bárbaros.


Huacanamo Editorial










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