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domingo, 30 de enero de 2011

MI HIJO


Ereaga. Diciembre 2010 por Pablo Müller




Mi hijo duerme con un halcón
de mil años guardándole
junto a una espada laser
con la que defender el sueño
y varias naves espaciales
con las que huir del cuarto
si las cosas
— ya saben otro crash financiero —
se ponen más feas aún.

viernes, 28 de enero de 2011

EL TALLER ABANDONADO


El abuelo. Archivo de Pablo Müller

En una esquina de la fábrica vieja hay un taller abandonado
— ahora se almacenan los modelos —
con luz teñida del color del polvo de agosto
es la esquina del ajustador, donde el Maño calibra
las piezas de la máquina con el ajuste de los días.
A real y medio la sardina y media,
¿a cuánto son docena y media de sardinas?
Detalle. Archivo de Pablo Müller

En una esquina de la fábrica vieja hay un taller abandonado
con luz teñida del color del recuerdo del obrero
polvo de metal, huellas en las máquinas de hombres
ya muertos, conversaciones suspendidas en la luz
teñida de polvo de olvido
palabras depositadas en estanterías a la espera
de un oído de paso:
Cincuenta Horas Semanales.
Cuarenta Y Ocho.
Cuarenta Y Cinco.
Sábado inglés
Severo, ponte junto a la máquina nueva
que vamos a hacer una foto
¿Para qué?
para el archivo del Alemán



El abuelo posa con la máquina recien construida. Archivo de Pablo Müller

Hoy nadie para en el Taller, la esquina del Maño
entro despacio, no quiero molestar al vacío,
olvido que me acompañan, dejo mi mirada en el color
del polvo, paso mis dedos por los bordes de las mesas,
por los mangos de las herramientas,
persigo el ruido al bruñir los metales,
el sonido de las correas, los golpes de la fundición,
las palabras que se dijeron hace cincuenta años,
cuarenta años:
Se casa mi hijo.
Se casa mi hijo.
Se casa mi hija.
Ha nacido mi nieto, toma un puro.
Gracias, Maño.
El silencio no me engaña
se que están ahí escondidas con las esquirlas viejas
no han salido,
a cambio
han permitido que manche mis dedos
buscando fotografías en el archivo del Alemán.

Las fotografías las encontró Pablo Müller una tarde de agosto de 2002 en una caja de negativos viejos que un trabajador de Gruber en Burceña le proporcionó. Hacia mucho calor y el trabajador le dijo a Pablo Müller que cuando entró con quince años a trabajar de aprendiz su primer maestro fue el Maño: "aquí todos nos conocíamos por el mote" y que era un honor regalarle aquellas fotografías y negativos.

viernes, 21 de enero de 2011

LA PIEL DEL ZORRO de HERTA MÜLLER


Barco esperando a la entrada del puerto de Bilbao por Pablo Müller enero 2011


Herta Müller en su novela La piel del zorro 

“mira hacia otro silencio”

porque

“hay días en esta ciudad, en agosto, en los que el sol es una calabaza pelada. En los que el asfalto se calienta desde abajo y el cemento del bloque de viviendas, desde arriba. En los que la cabeza recorre el día con la bóveda craneana desprendida por el calor. En los que la mínima idea se curva al mediodía en la cabeza y no sabe qué hacer ni adónde ir. En los que el aliento pesa en la boca. En los que la gente sólo tiene unas manos perdidas. En los que esas manos pegan sábanas mojadas al cristal de las ventanas para refrescarse. En los que las sábanas ya están secas antes de las manos se retiren del  cristal.”

Con los hechos cotidianos: la sábana, el cristal, la piel del zorro en el suelo frente al armario, Herta Müller construye el relato desnudo del fracaso y la sospecha. Herta Müller recorre con sus palabras precisas, un mundo de mujeres tristes en la Rumania de los últimos días de Ceausescu.

“Algunas ventanas despiertas se iluminan, otras, al lado, están oscuras, pegadas aún a las paredes del sueño”

El mar en invierno por Pablo Müller

El paisaje que acompaña a Adina, a Clara, a Paul, a Pavel es inseparable de su miedo porque

“los alamos son cuchillos, esconden la hoja y duermen de pie”

deben abandonar el mundo opresivo que viven, huir porque

“los álamos prohíben la felicidad en invierno”

Herta Müller nos propone esa huida hipnótica con su lenguaje inmenso ofreciendo a los personajes palabras para salvarse.


La difícil conversación del mar y la playa en invierno por Pablo Müller


Herta Müller es premio Nobel de Literatura en el año 2009


Título:
La piel del zorro
Autor:
Traducido por:
Juan José del Solar
Colección:
Nuevos Tiempos. 165.
ISBN:
978-84-9841-372-4
Código de almacén:
7521165
Edición:
1ª, 2009
Encuadernación:
Rústica con solapas
Páginas:
248
Dimensiones:
140 x 215 mm
Tema:
Novela contemporánea - literatura extranjera
Idioma de publicación:
Español
Idioma de traducción:
Alemán

Las fotos las realizó Pablo Müller el domingo día 16 de enero de 2011 en la playa de Azkorri en Getxo, Bizkaia.

Olas en invierno, playa de Azkorri por Pablo Müller

Mercante a la espera de entrar en el puerto de Bilbao, enero de 2011 por Pablo Müller


Playa de Azkorri enero de 2011 por Pablo Müller




viernes, 14 de enero de 2011

LA HERENCIA

"Hijo mio, me duelen las herencias"
Piedad Bonnett


Es la herencia, en ocasiones, un pesado equipaje,


pero tambien es la herencia la ayuda que dejan los que se han ido, 




la herencia son niños escondidos en la hierba, esperando termine una guerra



la herencia son las fotografías de familia que aparecen en las mudanzas, el recuerdo de la fiesta, la celebración, el duelo y la alegría.



Cinco hermanas cruzando el río, del archivo de Pablo Müller


la herencia es un río que atraviesa el pasado y en ese recorrido hacernos pequeños, aun más pequeños



Familia a la mesa. Archivo de Pablo Müller


al fin de cuentas, es el pan nuestro de cada día, el que precisamos para continuar, el que dejamos a quienes nos recordarán.

domingo, 9 de enero de 2011

PEQUEÑO POEMA DE LA TORTILLA DE PATATAS





Se buscan en casa 929 gramos de patatas, se colocan sobre la encimera y se toma asiento frente a ellas. Se inicia un diálogo: últimamente son necesarias algunas nociones de francés. Sirve para romper el hielo preguntarles si se conocían de antes, de dónde vienen, en que tierra crecieron. Cuando las patatas hablan se relajan y se dejan pelar mejor.



Las patatas peladas, que pesan 716 gramos, se encuentran desnudas por lo que hay que cuidar la temperatura de la estancia y poner 661 gramos de aceite a calentar en seguida. Es conveniente permitir a las mondas despedirse. Incluso aconsejo marcharse de la cocina para proporcionarles intimidad.



Las patatas hay que cortarlas en rodajas, ni muy finas ni muy gruesas, introduciendo el cuchillo en su cuerpo en un tajo que se interrumpe bruscamente, rompiendo la patata. En ese instante se oye un desgarro. Ahí sueltan su herencia y su recuerdo yendo ligeras a la fritura. Para mitigar el dolor se les ofrece la compañía de la sal.



En el momento en que las patatas rotas se zambullen en el aceite adquieren el paisanaje de éste. Por ello es recomendable que en la despensa estén juntos y si hablan idiomas distintos ofrecerles un curso básico. Mientras dura la fritura, 340 de los 716 gramos que comenzaron se van en forma de vapor, y 115 de los 661 gramos del aceite se quedan con las patatas por lo que nadie fríe a nadie, algunos aprovechan para quedarse.



Se buscan cuatro huevos de cualquier color que una vez rotos y batidos pesen 256 gramos. Ni un gramo más ni un gramo menos. Los huevos son lacónicos por lo que es parca su conversación y cuando la hay irrelevante, pero en ocasiones cantan y algunos son capaces de preparar una juerga si los dejas a solas. Yo suelo salir al pasillo y quedarme quieto un rato sin que me vean. Merece la pena: algunos tienen voces prodigiosas.



El punto de fritura es un aspecto fundamental en la tortilla. Algunos gustan la patata muy frita, otros menos, incluso al dente. Yo dejo que ellas y el aceite decidan cuando quieren salir. Para darles la oportunidad de expresarse meto con frecuencia la espumadera y si se montan en ella, las saco.
Fuera fritas, las deposito en una escurridera por si alguna gota de aceite no ha forjado un vínculo lo suficientemente poderoso con la patata y decide irse.
Pasado un tiempo razonable, que dependiendo del grado de indecisión pueden ser dos o tres días, invito a las patatas fritas a bañase en el huevo batido lo que siempre es una fiesta bullanguera.



El tiempo que patatas y huevo crudo se festejan es también variable y debe quedar a decisión de los niños de la casa. Pregúnteles si tienen hambre y si la respuesta es afirmativa, abrevien el baño. Eso sí, la masa que forman debe pesar 622 gramos.
Las patatas conocen el camino de la sartén y ejercen de guías al huevo crudo, aconsejándoles la mejor posición para adquirir el dorado hermoso de las tortillas de la cena. De la vuelta a la misma con un plato: no merece la pena hacerla volar para tal menester, pues tienen mala caída.
Cuando la tortilla está hecha debe pesar 611 gramos y ya no es patata, ni aceite, ni huevos, ni sal.



Los ayudantes.



Tras el duro trabajo se merecen un buen fregado. Ninguna tortilla está bien hecha hasta que no se friegan la sartenes.


sábado, 8 de enero de 2011

LOS DIEZ MEJORES LIBROS ...…QUE HE LEIDO EN EL 2010



Comencé el año releyendo los dos volúmenes de Milenio. Carvalho, la última novela escrita por Manuel Vázquez Montalbán. Tras su muerte los dos volúmenes se publicaron con varios meses de intervalo y me fue imposible  aguantar la espera y leerlos del tirón: cinco años más tarde, decidí que había llegado el momento. Es la aventura más triste de Carvalho y su fiel ayudante Biscuter, dando la vuelta al mundo con pasaportes falsos a nombre de Bouvard y Pécuchet, como los personajes que dan título a la inacabada novela de Flauvert. La tristeza se convierte en desolación cuando el lector descansa, cierra el libro y cae en la cuenta que el buen Manolo ya no está con nosotros. Así y todo es magnífica e inaugura la lista de los DIEZ MEJORES LIBROS DEL 2010



La última novela de Pepe Carvalho viaja en el disco duro
del portátil que Manuel Vázquez Montalbán lleva encima
cuando se le rompe el corazón, en el aeropuerto de Bangkok.







2 - Tiempo de silencio de Luis Martín Santos

Seguí con relecturas y a finales de enero leí Tiempo de silencio de Luis Martín Santos. Esta estaba en el plan de estudios de la asignatura de literatura en el COU que yo estudié y es cierto que la lectura tiene edades. Entonces me aburrí y ahora me encantó. Tiempo de silencio se publicó en 1962 pero cuarenta y ocho años no son nada cuando hay literatura de la buena.



3 - El día antes de la felicidad de Erri de Luca

Más relecturas: El hijo del acordeonista de Bernardo Atxaga. Me gustó más la primera vez. Dinero de Martín Amis. Me gustó lo mismo que lo mismo da.

En marzo El día antes de la felicidad de Erri de Luca, hermoso libro, de los que incitan a escribir y por lo tanto se queda en la lista de los diez. Antes una cita:

“El escritor debe ser más pequeño que la materia que relata. Se debe ver que la historia se le escapa por todas partes y que él sólo recoge un poco”


4 - Bilbao-New York-Bilbao de Kirmen Uribe

Tras la original Aire nuestro del escritor aragonés Manuel Vilas, leí la estupenda versión es castellano Bilbao-New York-Bilbao de Kirmen Uribe, premio Nacional de Narrativa 2009, sencilla, emotiva y contenida novela que hay que leer en las cafeterías de un aeropuerto, durante un vuelo de avión, o en el hotel de una ciudad lejana a la tuya, para percibir la cercanía, alejarse para tomar perspectiva. Kirmen Uribe usa el viaje, el avión, la conversación con el vecino de asiento – algo que se me hace inverosímil – anécdotas en el lejano y cosmopolita New York, para acercarse a la historia de una familia – es lo mismo que sea la suya – en Ondarroa; buscar el hecho singular que cada familia tiene y relatarlo. Se queda en la lista de los diez.




5 - Memoria y deseo. Obra poética de Manuel Vázquez Montalbán

Desde marzo hasta junio mientras leía otras obras fui releyendo Memoria y deseo. Obra poética. 1963-1990 de Manuel Vázquez Montalbán, un gran poeta en la estela de Blas de Otero. A la lista de los diez.




6 - Vino de Luisa Etxenike

Divertida la novela de Eduardo Mendoza, Tres vidas de santos, pero la competencia es fuerte. Curiosa, mínima y relajante Sanshiro del escritor japonés de principios del siglo XX Natsume Soseki, que deja un regusto excelente pero que se queda también a la puerta de los Top Ten.

Luisa Etxenike escribió ya hace diez años la novela Vino, que había leído en 2009. Al escogerla para las tertulias literarias de Algorta la releí con mucho gusto para comentarla con los amigos de la tertulia.  Las notas que tomé terminaron en un poema—reseña. Adentro con los diez, antes un trozo del poema:

La memoria es del pasado y el recuerdo del presente
y profundo significa lento o despacio,
— sobrevive el odio escondido en el recuerdo y se aparece
con su pesado plomo en otra generación —
dice
Luisa
que
aliviar el recuerdo es convertirlo en memoria
tiene razón
ahora comienza el trabajo.



7 - Los marineros perdidos de Jean-Claude Izzo

Apreció a Paul Auster y siempre leo sus novedades, Invisible es notable pero no es la mejor.

En mayo leí La oscura historia de la prima Montse de Juan Marsé que me gustó mucho, varias novelas gráficas y el libro del hijo del poeta Leopoldo de Luis Jorge Urrutia, De una edad tal vez nunca vivida, híbrido de memorias y novela.


En junio disfruté con la triste novela del comisario Montalbano La pista de arena de Andrea Camirelli, cada vez más sombrío, y por desgracia, más viejo. Algunos de los cuentos de Los peces de la amargura de Fernando Aramburu me parecen geniales, pero creo que mantener el listón tan alto con todos los cuentos es tarea muy difícil. En la feria del libro de Bilbao encontré la novela de Jean-Claude Izzo, Los marineros perdidos, una hermosa narración sobre la amistad de tres perdedores en un barco amarrado por deudas en el puerto de Marsella. Tengo debilidad por este autor francés. Este libro va a la lista.


8 - Siete palabras de Suso de Toro

            En julio los cuentos de El tiempo envejece deprisa de Antonio Tabucchi, son excelentes, la novela de Asa Larsson, Sangre derramada también. Un descubrimiento Ken Bruen y su policíaca Maderos, desasosegante ambiente de Cuadrante las planas de mi paisano Willy Uribe, que te deja con ganas releer Pedro Páramo, y la ritual relectura del verano de Pepe Carvalho, este año Los mares del sur, con la que ganó el Planeta de 1979, de Manuel Vázquez Montalbán. Vamos a aguantar julio sin poner nada en la lista.

Ya en agosto el descubrimiento poético con Fracta del brasileño Horacio Costa, al que debo parte de la inspiración de un poema, una novela de Andrea Camirelli que no pertenece a su serie Montalbano, El color del sol; la excelente escritora francesa Fred Vargas con Que se levanten los muertos; el albanés Ismaíl Kadaré y su densa, audaz y ambiciosa El accidente. No fui capaz de entrar a la propuesta de Luis Mateo Díez y su peculiar novela policiaca El animal piadoso y descubrí en la librería Oletvm de Valladolid que no había leído Calzados Lola de mi apreciado Suso de Toro, que resuena en mi cabeza con los paisajes gallegos.

Agosto da para mucho. Buena Ojos que no ven de J.Á. González Sainz, pero es que su novela Volver es impresionante, tal vez una de las mejores de decenio que acaba: otra lista. Sugerente Magnitud imaginaria de Stanislaw Lem editado en castellano por Editorial Impedimenta, Siete palabras de Suso de Toro, arriesgando en el tono y la idea de un artefacto literario escrito en segunda persona y metido en sagas familiares que son retazos de la propia biografía. Los poemas de Las herencias, qué título más  hermoso, de Piedad Bonnet y para terminar Derrumbe del excelente novelista Ricardo Menéndez Salmón. Me quedo con Suso de Toro.


9 - El Evangelio según Jesucristo de José Saramago

A los escritores muertos se les recuerda leyendo sus obras y así en setiembre leí El Evangelio según Jesucristo de José Saramago. Reconozco que el tema me imponía y no las tenía todas conmigo en la elección pero la leí con placer. Como me quedé con ganas de Fred Vargas leí Bajo los vientos de Neptuno que me gustó más que la de Que se levanten los muertos. El mar color de vino de Leonardo Sciascia completa un mes excelente.


10 - Ojos azules de Toni Morrison

En octubre en el aeropuerto de Barajas me acompañó Alisios del venezolano Josu Landa con una poética admirable y algunos versos memorables, una edición de Alex Martín y Javier Sánchez Zapatero de la editorial Salto de Página titulada La lista negra. Nuevos culpables del policial español, muy estimulante, los excelentes poemas de Kepa Murua, Cardiolemas, y una novela bestial y magnífica Ojos azules de Toni Morrison, que se va a la lista.


11 - Nocturno Mediodía. Antología poética. (1944-2001) de Sophia de Mello Breyner Andresen

Entre octubre y noviembre leí Dublinesca, del excelente Enrique Vila Matas. Admiro mucho a Enrique, creo que está montando una obra excelente, pero fui incapaz de encontrarle el toque de excelencia que sin duda el libro tiene. La poetisa noruega Pia Tafdrup ha publicado en la editorial Bassarai Los caballos de Tarkovski, un magnífico poemario sobre la senectud de su padre y el olvido, primaria forma de la muerte, de la nicaragüense Gioconda Belli leí Mi íntima multitud, en una poética caribeña llena de ritmo y color frente a la contención nórdica.

Nocturno Mediodía. Antología poética. (1944-2001) de la poetisa portuguesa es un libro excelente, con algunos poemas memorables que nos recuerdan que el poema es “un círculo trazado alrededor de una cosa, un círculo donde el pájaro de lo real queda preso” y que la “poesía nunca dijo a nadie que tuviera paciencia. El poema no explica, implica.” Y unos versos:

El poema me llevará en el tiempo
Cuando yo ya no sea morada del tiempo
Y pasearé sola
Entre las manos de quien lee

Mírate la manos y comprueba la mirada de esta excepcional poeta.

Cuando voy a viajar en avión por trabajo suelo llevarme un libro de poesía para leer en el viaje y en las esperas de los aeropuertos. A final de noviembre viajé a Madrid y me acompañó José Hierro y la relectura de su Cuaderno de Nueva York. Sus poemas son geniales.



12 - La puerta de Margaret Atwood

En diciembre leí El canto y la ceniza. Antología poética, preparada por Monika Zgustova y Olvido García Valdés que dice:

“ la poesía es el espacio en el que el poeta puede hablar con los muertos”

sobre la obra poética de Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, dos poetas rusas que supieron en vida una de la otra, profesándose mutua admiración y que nunca llegaron a conocerse. Excelente libro que recimiendo.

Tras la poesía leí por primera vez a Domingo Villar y su novela negra La playa de los ahorcados, ambientada en la zona de Vigo y que me gustó. Eduardo Mendoza ganó el premio planeta con Riña de gatos. Madrid 1936 que percibí muy bien construida, mezclando personajes de ficción con históricos con maestría y humor y terminé el año con los poemas de La puerta, y las conferencias y escritos de La maldición de Eva de la escritora canadiense Margaret Atwood, excelentes ambos con los que comencé este blog.

La lista de los diez mejores libros que he leído este 2010 tiene doce libros, es lo que tiene la buena literatura. Os invito a que me comentéis los vuestros: estoy convencido de que si alguno de nosotros disfruta lo mismo que lo que disfrutó leyendo el proponente habrá sido un regalo.