Estampa
Tras una lágrima
hay abogados y no testigos.
Un riesgo así
implica un trato,
silencio,
juicios de valor
o diecisiete puñales
de supuesta infidelidad.
Sus oscuros pozos
delataban dolor y mentira,
indescifrable para mi lozanía.
Meses sin letrados
sellando pactos con Fausto,
resucitador de Werthers,
que con epístolas me amaron
quitando el seguro.
Puñetazos de otro desastre
INMINENTE.
Vencida bajo los pies de un caballo
cuyo único testigo
fue el suelo de mi habitación
y como abogados
temibles pensamientos.
Anabel Úbeda Bernal
Visiones del refugio azul
Prólogo de Charo Serrano
Boria Ediciones
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