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miércoles, 21 de mayo de 2025

UN FRAGMENTO DE ECOESPIRITUALIDAD PARA LAICOS DE JORGE RIECHMANN





¿Laicismo y espiritualidad serían opuestos? Sergio del Molino da por sentado que sí, 51 pero la cuestión es algo más compleja. Se puede desarrollar espiritualidades laicas (y, en particular, ecoespiritualidades laicas, que es de lo que trata este microensayo).

La espiritualidad en sentido laico tiene, en mi opinión, dos grandes componentes: primero la vivencia de conexión con todo (y con el Todo) que acabamos de explorar, y en segundo lugar el descentramiento del ego. Presentaré también alguna idea al respecto. 52

Ser un «yo» la conciencia subjetiva de un ser interdependiente, ecodependiente, finito, vulnerable y mortal es en principio bastante mal negocio: las ocasiones de sufrimiento resultan innumerables. De ahí las innumerables tentativas de distanciarse de ese estado o trascenderlo, desde las drogas psicotrópicas 53 hasta las vías místicas. 54 Escribe Ernst Tugendhat que el anthropos, en cuanto ser que delibera, puede tomar distancia de tres maneras. «La primera consiste en tomar distancia de las sensaciones inmediatas en consideración a fines y al futuro propio. Aprenden [los seres humanos] a contraponer la perspectiva de lo bueno [según razones] a lo que resulta más agradable o desagradable en la situación: a darles importancia a los fines más que a sensaciones y al futuro más que al presente. Aquí se toma distancia en vista de los propios fines y luego del propio bienestar. La segunda consiste en tomar distancia del propio bienestar, dándoles también importancia a otros (o a otras cosas). La tercera consiste en tomar distancia de la propia egocentricidad. En este caso, los que dicen 'yo' toman conciencia de su pequeñez y la de sus preocupaciones en el conjunto del universo.» 55

Yo no puedo dejar de ser el centro de mi subjetividad, o mejor, no puedo vivir en el mundo sino desde ésta (de igual manera que no puedo saltar en la plaza, a mediodía, dejando atrás a mi sombra). Pero no tengo por qué ordenar el universo en torno a esta subjetividad. No puedo dejar de vivir egocentrado, pero esto no tiene por qué implicar ser egocéntrico.

Puedo considerarme en el mundo uno más de los «diez mil seres» de los que habla la tradición china, relativizando la perspectiva egocéntrica. Puedo desplazarme del centro al margen. «Distanciarse de sí mismo significa tomar distancia no sólo del egoísmo, sino de la propia egocentricidad. (…) Lo que aquí se quiere decir con sí mismo es yo quiero: el aferrarse o apegarse a los objetos de la voluntad, que es característico de la egocentricidad humana, comenzando por el no poder zafarse del miedo a la muerte.» 56




    51 Sergio del Molino, «Vivimos tiempos religiosos. La mirada se va apagando», El País / Ideas, 31 de marzo de 2024

    52 Recupero aquí un par de páginas de mi libro Autoconstrucción. La transformación cultural que necesitamos. (Catarata, Madrid 2015)

53 Algunos antropólogos has sugerido que es el deseo humano de conseguir un suministro estable de alcohol y no de alimentos la razón por la que, en el Neolítico, cambiamos la recolección y caza por la agricultura, y con ello comenzamos a dejar atrás el «comunismo primitivo» y la vida nómada. Una consideración cabal de las ecoespiritualidades ¿puede eludir tomarse en serio las sustancias enteógenas? El libro de Michael Pollan Cómo cambiar tu mente. Lo que la nueva ciencia de la psicodelias nos enseña sobre la conciencia, la muerte, la adicción, la depresión y la trascendencia (Debate, Barcelona, 2020) sería buen punto de partida. Enseguida volvemos sobre esta cuestión.

    54 «El problema común que solucionan [religión y mística] de forma opuesta es el problema de la contingencia. Este problema surge directamente de un elemento de la estructura antropológica fundamental: del hecho de que la voluntad humana se relaciona con el futuro, razón por la cual, primero, se dirige a fines, y segundo, siempre está conectada con deseos en sentido estrecho, es decir, con lo apetecido cuya realización no depende de uno mismo. En los otros animales, no se da una cosa ni la otra.

    Por el hecho de dirigirse a fines, la voluntad humana se encuentra siempre es una tensión entre éxito y fracaso, y esta tensión implica (1) que los seres humanos tienen que esforzarse, y (2) que saben que el éxito no depende solo de ellos. Por lo tanto, mucho más que cualquier objeto determinado, lo que esencialmente caracteriza a la voluntad humana es la conciencia de la radical insuficiencia de la propia capacidad de acción para hacer realidad no sólo ciertas esperanzas, sino metas muy elementales: la vida, la salud, la alimentación, estar con otros. Los seres humanos anticipan como posibles las desgracias con que animales de otras especies tan sólo se enfrentan cuando tienen lugar (…), temen siempre frustraciones y desgracias. Ante todo, por supuesto, la muerte: la propia y la de quienes están cerca.

    En la historia de la humanidad se han emprendido dos caminos para calmar el dolor que supone este estado: justamente los caminos de la religión y de la mística. El camino místico consiste en relativizar o incluso negar la importancia que tienen para uno los propios deseos. Se trata, pues, de trasformar la comprensión de sí mismo. El camino religioso, en cambio, consiste en dejar los deseos como están y, en lugar de transformarlos, realizar una transformación del mundo mediante una proyección de deseos: el poder [numinoso] que envuelve a los humanos es condensado en seres discretos de cuya actuación puede uno imaginarse que dependen la suerte y la desgracia propias, seres vistos como poderes sobre los que se puede ejercer influencia.» Ernst Tugendhat, Egocentricidad y mística, Gedisa, Barcelona 2004, p. 136-137.

    55 Ernst Tugendhat, Egocentricidad y mística, op. cit., p. 46

56 Ernst Tugendhat, Egocentricidad y mística, op. cit., p. 120




Jorge Riechmann

Ecoespiritualidad para laicos

Cuaderno de apuntes


El Desvelo Ediciones


 

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