Y se van diluyendo los sentidos, también los elementos. No
veo mi cuerpo reflejado, ni siento
lo mejor de mi muerte, ni vida primera.
Es como si yo no fuera mío. ¿Quién soy? ¿Soy acaso
el difunto o el recién nacido?
Es el momento cero. En nacer no pensé
cuando voló la muerte desde mí hacia la niebla,
no estoy vivo, ni muerto,
no existe inexistencia, ni existencia.
Me dice la enfermera: ¡Estás mejor que nunca!
Me inyecta el analgésico: Tranquilo,
verás qué sueño tienes
en un rato…
Vi a mi doctor francés
abriéndome la celda,
dándome con un palo
ayudado por dos policías.
Vi a mi padre volviendo
de la Peregrinación, desvanecido,
atacado por el sol saudí,
suplicando a los ángeles que lo rodeaban:
¡Apagad este fuego!…
Vi a unos muchachos magrebíes
jugando al fútbol
y tirándome piedras: ¡Vete con tus palabras,
déjanos a nuestra madre,
ay, padre, que eludiste la tumba!
Vi a René Char
sentado junto a Heidegger,
a dos metros de mí.
Los vi bebiendo vino,
no hablando de poesía…
Era un apasionado dialogar,
efímero mañana que esperaba.
Vi a mis tres compañeros sollozando
cosiendo mi sudario
con hilos de oro.
Vi a al-Maarri persiguiendo
a los que criticaban sus poemas:
No estoy ciego
para ver lo que ellos,
pues ver si ojos es
luz de la negación, de la locura…
Vi a un país abrazándome
con manos matinales: Huele
el aroma del pan. ¡Mira
esa flor en la acera;
la luz de tu madre
alumbra todavía,
y el saludo aún está caliente como el pan recién hecho!
Mahmud Darwish
Mural
Presentación de Pedro Martínez Montávez
Traducción de Rosa Isabel Martínez Lillo
Ediciones del oriente y del mediterráneo
No hay comentarios:
Publicar un comentario