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jueves, 6 de junio de 2024

FRAGMENTOS DE SON NUEVE, LOS PÁJAROS DE TERE IRASTORTZA GARMENDIA

 





Las relaciones superan el código contractual de los derechos y obligaciones. En euskera la palabra harreman no puede traducirse simplemente como relación. Literalmente significa recibir o hartu y dar o eman. Cualquier relación para hacerse efectiva procura vez y/o tiempo.


La mirada de los gatos velada tras los ojos de vida antiguas.


María Zambrano Alarcón, Marina Tsviétavieva, Lou Andreas Salomé y Hannah Arendt siguen siendo menudencia, menos que la nada, para el canon occidental. Los textos de la mayoría de las mujeres pensadoras suelen vincularse solo a sus vivencias, en un obcecado ejercicio de rebabar el pensamiento de influencia femenina.


Muchos vascoparlantes consideramos que mantener el idioma e impulsar su conocimiento son el medio de preservar la identidad y la cultura, que Barandiaran vincula a las necesidades de subsistencia (alimento, hogar, muerte, entorno natural y social, salud...). Me reafirmo absolutamente, ahora que, enrocados en una cultura globalizada y deslocalizada, lo cultural alude solo a la originalidad personal.


Existe una diferencia entre vacío y hueco, en euskera, sugiere una cavidad, un abrigo y un vaciado y más que abertura, es respiro. Jacques Derrida y Hélène Cixous sugieren intervalo: aunque el intervalo supone reiteración y ritmo, limitación, pero no estado.


Las metáforas sortean el vacío.


El buen trabajo produce compañerismo, amigos (lagunak), como se dice ahora. En euskera la amistad y el compañerismo derivarían del buen trabajo o lan on. Había seleccionado el texto para desecharlo, cuando mis anteriores reflexiones sobre el pan, el don, el regalo... me han conducido a *com-pan-ia, y una vez más María Moliner me descubre, en su etimología proveniente del latín, que compañero, es el que va a por pan con otros, en compañía. El derecho al pan, pues, sigue sustentando nuestras vidas, y la avaricia, compañeros, corrompe la solidaridad entre los pueblos del mundo. Ahora quedan por procesar las posibles relaciones entre compartir la comida y el trabajo (jan, lan). Mas tarde aprendo que en portugués llaman al atún pan do mar.


Ha escrito Madmud Darwich: “El agua/ que me ata/ a tu nombre”. Y he entendido que en otros idiomas extranjeros para nosotros dan con otras evidencias: y en cómo, aún así, no extraña el mundo, por la imposibilidad como euskaldun actual ya absolutamente bilingüe, de aprehender nuestro propios mundo solo en euskera.




Tere Irastortza Garmendia

Son nueve, los pájaros


Olifante


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