Hombres
de la TV: Sókrates
Ante la
roja conjetura del petirrojo estábamos en las puertas de la prisión
el día
de la muerte de Sókrates.
Como
Sileno halla dormido en su cueva
por dos
muchachos
que
encadenan las piernas de su enemigo antes de que despierte
no sea
que él
una vez
más los defraude en su esperanza de una canción, Sókrates
abre
sus ojos
empachados
bajo el oscilar de las rosas en ese otro amanecer
y una
entereza desgajada
―con
renuencia. Es muy temprano,
¿por qué
estás aquí?
Dice.
Me gusta la palabra krisis que me enseño Sókrates.
Significa
Decisión.
Sentencia
(de un tribunal). Centro (de la columna vertebral).
Nuestra
primera toma
es
Sókrates golpeando la columna del sueño ―hacia
fuera vierte su sueño:
una
mujer
de
blanco con él mientras duerme. Krisis significa
una
grieta que se abre
entre
Sókrates sentado en la orilla de su litera diciéndonos que la Muerte No Es
Una
Desgracia
y su
alma en intermitentes convulsiones contra la carne,
que
aparecen
en la
película como puntos brillantes o fosforescencia antes
de la
tormenta.
Hacemos
un paneo en el corredor de la prisión mientras
se
curva
gradualmente
a
través de las celdas de otros prisioneros agazapados
como
intervalos
de
sensatez que arden bajo un hialino resplandor. Ya en su celda, Sókrates
se ve
sereno.
Su
breve balada,
con voz
titubeando, desmoronándose, aquí y allá absorbida
por el
secreto
calor
como alguien que va de prisa así que aceleramos la película
pero
acelerar
no
supuso ninguna diferencia. Él se hallaba en el espacio cristalino, como
puede
el jugador descansar
contra
las reglas del juego. Pero La TV No Es Un Juego era el título de
su
balada.
La
entonó
hasta
el final. La palidez del alba colmaba el regazo del cuarto.
Filmamos
sus pies,
piernas, rodillas, muslos y cuando la cámara llegó a su corazón
quedaban
apenas
5 minutos de película y le dije: ¡Quédate! y él dijo,
¿Por
qué?
y se
fue. Quienes hacen promesas mientras duermen deberán
en un
sueño
cumplirlas.
Al
salir el guardia mencionó unos cigarrillos que Sókrates le había
pedido
que le consiguiera,
nunca
los pagó. Sugirió que saldáramos la cuenta.
Lo cual
hicimos.
Anne
Carson
Cristal,
ironía y Dios
Traducción
de Jeannette L. Clariond
Vaso
Roto Poesía
No hay comentarios:
Publicar un comentario