I
Soy
un seis
de Octubre de un año que no digo;
Soy
las
seis de la mañana de una noche en vela.
Soy
la niña
de los ojos de mi abuelo,
el
útero partido de mi madre,
el arco
de su espalda.
Soy
aquel
médico y la bofetada
que me enseñó
a respirar
(y las
que vinieron después
que
casi acaban conmigo).
Soy
los
ojos de la tribu
parpadeantes
y aleves
por
encima de mi cuna
Soy
Promesas
que no se cumplieron,
contraventanas
cerradas, cristales,
y
detrás de los cristales, nada.
Soy
la inesperada
sin palabras,
ante lo
que vino después
¿tú lo
sabías? Yo no.
Soy
(y
quizá esto sea lo peor)
un
rechazo al “ser” no más,
apenas
agua, solo cuerpo.
Soy.
II
Soy
el
traje de farales
que una
mañana
se
incendió conmigo en el brasero
Soy
La mariquita
de lunares, el paqui roto
la
pepona que jugaba a destripar
con mis
tijeras.
Soy
La que
aprendió a besar con Margarita,
y a
imitar a la Magnani,
¡incomparable!
Soy
ese
agujero en las medias
de la
señorita Córdoba y el Kempis
que le
regalé y me devolvió sonriendo,
su
exacta vergüenza, mi desesperación.
Soy,
dos
cosas siempre al mismo tiempo
que
sumadas hacen siempre una,
teoría
de las líneas paralelas
que
nunca llegan a juntarse.
III
Soy
hija de
la niña que fui algún día
cuando
sin ira,
en los
largos laberintos
donde
hoy ando perdida,
me
salvaba.
Soy
la
ternura que guardo todavía
dentro
de un alma fría
contrariada.
Soy
mi
propia diosa, mi propio demonio
las
ausencias selladas de la muerte,
e
incluso mi muerte, viva al fin.
Soy
el no
sueño y el hambre
por
todo lo que no he podido ser
y el
miedo a lo peor.
Soy
un
silencio no aprendido,
otro
que aprendí a golpes
y que
me atravesó mi alma
con las
patas de un insecto.
Soy
la loba
que rastrea la yugular del cazador
y la
lengua que lamerá su sangre
anticipando
su derrota
antes
de que llegue la manada.
Soy.
Pilar
Salamanca
Las
horas lentas
Poemas
(in) surgentes
La
Vorágine
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