En Point of Ness
El
campo de golf se desplaza
nerviosamente
junto a la pista
donde
la farola se funde
en una
tenue frontera con la oscuridad invernal.
Cruzo,
entonces, desamparada como un barco,
he de
dejar que la noche me cargue, antes
de
seguir moviéndome entre paredes de piedra seca
apenas
percibidas; aves diurnas acurrucadas en algún rincón.
Esta
noche ruge la oscuridad.
Hasta
el barracón Nissen
de los
pescadores parece respirar
junto a
su desove de nasas,
un
temible encallamiento. Sigo caminando,
hacia
la playa, el entero archipiélago
puesto
como un flotador
de cara
al cielo. Ahora
me ha
pillado un viento; el aliento se hiela,
y
cuento, para calmarme, los faros
del
estrecho mientras brillan y se apagan
sobre
las olas, Graemsay
emite
un largo y sistólico cinco
a uno
de oscuridad. Hoy, un distante
dos:
dos; boyas dispersas
parpadean
donde los escollos se ahogan, luego
hacen
cortes en mar y estrellas, luego
florecen
nuevamente, raros lirios
se
marchitan y florecen, hasta que,
con
temor en el corazón, por fin
lo
comprendo:
nunca jamás
dañes-es algo
que jamás podrás hacer
y corro
–ese constante bramido,
la vena
negra de la pista; hacia salobres
ventanas
encendidas y mi puerta…
―――――――――――
Ulmarias
(La tradición sugiere que ciertas poetas gaélicas
eran enterradas bocabajo)
Así que
la enterraron, y volvieron a casa,
un
apagado salmo flotaba
en torno
a ellos como niebla en el mar,
sin
saber que el líquido
que
corría en hilo de sus labios
buscaría
su camino abajo,
y que
presas en su lentamente
desenmarañada
trenza de pelo canoso
había
semillas de verano:
ulmarias,
melisa silvestre,
prendas
de honestidad, ya
comenzando
a trepar
hacia
la luz, mostrándole así,
llegado
el momento,
cómo
desenterrarse,
subir a
la superficie y saludarlas,
joven
la boca, y de nuevo plena
de
barro, de saliva y de poesía.
―――――――――――
La playa
Ahora
que este viento del oeste
ha
amainado,
vayamos
a la playa tormentosa.
Unas
cuantas almas valientes
estarán
ya allí contemplando
la
madera a la deriva,
los
montones de deshilachada
soga
azul de polipropileno,
suelta,
lanzada de nuevo hacia nosotros.
Menuda
especie,
todavía
trabajando la misma
bahía
curva, todos nosotros
esperando
lo maravilloso,
todos
anhelando un cambio de vida.
Kathleen
Jamie
La casa
en el árbol y otros poemas
Traducción
de Antonio Rivero Taravillo
Tierra
de Sueños
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