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jueves, 12 de enero de 2023

EL SILO UN POEMA DE JOHN KINSELLA

 

 

 

 

EL SILO

 

 

 

Los visitantes, como si supieran, nunca se referían

al viejo silo con sus paredes de tierra apisonada

y su alto techo de paja, incongruentes

con la maquinaria nueva y los arcones plateados.

Tampoco los obreros que llegaban en tiempo de cosecha,

en camiones que rodeaban sobre susurros fantasmales,

agudos gruñidos y aullidos que cortaban los deflectores

del silo grueso. Tampoco cuando una buena cosecha llenó

cada arcón y el granjero estaba hambriento

de espacio nunca nadie mencionó volver

a usar los servicios del viejo silo. De esta manera

había ocurrido siempre desde que se tenía

memoria. Ramos finos de asperilla olorosa

crecían alrededor de sus cimientos, mientras la milhojas

brotaba extrañamente de la estera de paja. El sol había desteñido

las paredes

hasta un color de hueso, mientras el camino hacia la puerta

con cerrojo

era de tierra rojiza, un derrame

largo y débil de sangre insalubre. Antes de esas tempestades

que se avecinaban gruesas en las tardes de verano

las cacatúas negras de cola roja se posaron en oleadas,

y fueron las chispas que incendiaron la paja como un volcán,

un fuego

oscuro que explotó del mismo corazón del silo

blanco, temblando con una energía profunda

que ninguna caída en tierra pudiera ofrecer.

Y los relámpagos arrastraron el halo desapacible de una luna.

humedecieron la erupción, con truenos

que resonaban sobre los potreros romos

hacia la alquería donde un viejo granjero

consolaba a su mujer amargada en el portal

a prueba de moscas, maldiciendo las cacatúas, mientras las manos

describían una prisión de donde ninguno de ellos

podría esperar libertad condicional, apelación ni salida.

 

 

 

John Kinsella

El silo

Una sinfonía pastoral

 

Traducción Katherine M. Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez

 

La Garúa poesía


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