SI un día de estos no sé parar si enseguida muero,
dijo
Emilia David, panadera,
no sé
si hacer un poema no es hacer un pan
un pan
que se saque del horno y se coma caliente aún por
[entre las líneas,
un día
de estos veo que no voy a parar nunca,
las
manos de súbito llenas:
el
mundo es sol fuego y pan cocido,
y el
fuego es el que da al mundo los fundamentos de la
[forma,
pan
crecido en las tierras de Francia,
pan
corto ahora en estos reinos salados,
si no
sé parar si no caigo enseguida allí redonda en el
[suelo frío
como si
cayese hondo en mí misma,
la mano
dentro del pan para comerlo
―dijo ella
―――――――――――
QUERÍA encerrarse entero en un poema
labrado
en lengua al mismo tiempo plana y plena
poema
en fin donde cupiesen los diez dedos
desde
la rueca al huso
para
allá dentro quedar escrito derecho e izquierdo
quiero
decir: todo
vivo
moribundo muerto
la
sombra de los elementos encima
―――――――――――
QUE ningún otro pensamiento me doliera, ninguna
imagen
profunda:
noche
erguida hasta la última estrella
clavada
entre mis ojos ciegos
Herberto
Helder
La
muerte sin maestro
Traducción
de José Luis Puerto
Ediciones
El Gallo de Oro
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