Breslavia, febrero de 2014. Bufones y gnomos. He redescubierto a Szymborska. Admirable su
habilidad para conjugar el escepticismo y las paradojas. Y sorprendente su
capacidad para situarse en otras realidades, sean un grano de arena, una
estrella o un escarabajo. Admiro su don para dar esquinazo a la magnitud lírica
sin parecer frívola. Huye de la altura tonal como de un pretendiente pelma.
En los poemas de Wisla no hay sangre, ni
descalabros, ni llantinas por los avatares históricos. Da de lleno, como si
nada, en la médula de las cuestiones. Decía que huía de las declaraciones
solemnes porque cuando escribía le parecía tener a alguien a su espalda
mofándose de ella. Eran la humildad y la timidez las que fomentaban su ironía.
Ayer
tropecé son un gnomo. Hay gnomos de bronce en algunos lugares, el símbolo que
el pueblo eligió en la lucha contra el gobierno comunista. Casi me rompo los
morros.
«La
alegría de escribir. La posibilidad de permanecer. La venganza de una mano
mortal». La guasa de Szymborska.
Tiene razón: todos tenemos un bufón detrás
haciendo muecas, lo queramos ver o no.
Miren
Agur Meabe
Quema
de huesos
Traducción
de la autora
Edición Consonni
No hay comentarios:
Publicar un comentario