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miércoles, 5 de octubre de 2022

UN FRAGMENTO DE INCERTIDUMBRE DE ALDEA DE FRUELA FERNÁNDEZ

 

 

 

 

La política no puede separarse de la subjetividad, de las formas de vida que se van creando, a la vez, desde su interior y su exterior. Pienso en ese desplazamiento, entre semántico y moral, que ha transformado los derechos ciudadanos en derechos del consumidor. Frente a la idea de un Estado que impone equilibrios entre los derechos de múltiples colectivos, se vuelve común la exigencia de uno que no interfiera con el individuo que consume. El primer paso: “Si puedo comprarlo, puedo hacerlo”. Y de ahí el segundo: “Si puedo hacerlo, nadie puede impedir que lo haga”. No es la gente de la ciudad quien tiene derecho a un aire menos contaminado, sino yo a desplazarme en coche: es mío, hay un derecho en ese gasto que no puede disminuir. No son los menores quienes tienen derecho a la protección de una familia, sino yo quien tiene derecho s ser padre y, por lo tanto, a comprar un hijo si lo quiero, como implica la subrogada. A cada apuesta fuerte por un derecho colectivo se le responde con una multitud de consumos individuales que reclaman su igualdad de alcance, en una transformación que atraviesa la política, pero que va mucho más allá. Por eso un proyecto transformador está especialmente limitado si no sabe interponerse a esos consumos o, peor, si cae en la trampa de negociar con ellos.

 

 

 

Fruela Fernández

Incertidumbre de aldea

[Apuntes 2018-2021]

 

memorias (in) surgentes

La Vorágine


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