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viernes, 16 de septiembre de 2022

UN POEMA DE MADELEINE Y LAS OTRAS DE CARMEN ALIAGA

 

 

 

Le gusta atravesar

la cerradura,

girar en su meñique

los rizos que en lo oscuro

quedan al descubierto.

 

Acariciar las lupas,

las mirillas,

las lentes,

acercar sus oídos

al cuello de los hombres

y de los pájaros.

 

Dice que puede oír

todo lo que respira

pero no me distingue

en la esquina amarilla

de Saint-Germain.

 

Le excita ese sonido

que hacen al caer

sus zapatos brillantes,

la venda de los párpados

bajo el ruido potente

de las campanas.

 

Dice,

también,

impúdica,

que se alborota

cuando huele en profundo

mi indómita manada,

mi sexo

como un diente

mordiendo sus iglesias,

 

avestruz,

perro,

fiera,

 

leopardo insaciable,

sorbiendo los excesos

del íntimo cabello.

 

Flecha abriendo las plumas

de lo indomable,

la piel que con la piel

se nos despega,

cuando cae la noche

sobre su propio peso.

 

 

 

Carmen Aliaga

Madeleine y las otras

 

Olifante


 

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