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lunes, 26 de septiembre de 2022

DOS POEMAS DE NEREA ROJAS EN LA FLOR MUERTA DEL ALGODÓN

 

 

 

 

VIII

 

 

 

Nunca pensé que indagar tras la arruga fuera esto.

Una niña curiosa remueve el lodazal del camposanto.

Una niña maleducada hurga

en el terreno de los difuntos.

Una niña enferma zarandea una paz milenaria.

El silencio es una calma tramposa.

El dolor se parece a la guerra.

Mis raíces resbaladizas saben

que algo late sobre este jardín fúnebre.

Una esponjosa luz blanca protagoniza la confesión:

El dolor resucita de una flor muerta.

La flor muerta del algodón.

 

 

 

IX

 

 

 

Vine a Comala porque me dijeron

que el dolor es cosa de las mujeres que me criaron.

A mí también me mataron los murmullos,

a mí me mató la aridez sobre la que crecen,

sin embargo, estos frutos blancos

como si fueran una planta del desierto.

Lo que más me inquieta

es el abandono fundacional que aprendieron mis

abuelas.

Vine a Comala para dar pese a todo con el fruto.

Dolores voltea su sangre contra el desamparo

y tirita un murmullo que me salva:

El dolor no es lo peor.

 

 

 

Nerea Rojas

La flor muerta del algodón

 

En el mar editorial


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