siempre
quedará una oración que repetir entre dientes
un lago
que trazar con el índice
una
huella de olor que vestir de oportunidad
las
horas sin aliento quebrarlas para el regreso
tú yo el otro todos los nosotros vigilantes inquietos
por el
improbable apaciguamiento del verbo
ese
verbo que se arrastra lamiendo nuestras sombras
para
que no olvidemos de dónde venimos
como si
pudiéramos como si pudiésemos
como si
tuviéramos una oración vertebrada entre nuestros dientes.
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Por
mucho que las nombres
no las
poseerás nunca.
Las
palabras, pájaros esquivos
alzan
el vuelo
con el
sólo vibrar del aire.
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Qué
avidez de la piedra
en ser
lanzada
al
centro de la voz.
Y
sepultar.
Y ser
ella la que hable.
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dolor
en la base de la palabra
en la
raíz manchada
de
ayeres
linde
de la boca
que
quiere decir
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Si no
fuera por el murmullo del arroyo
diría que
el mundo se había parado
Tanta
quietud que abisma
Da
nombres a lo que no quiere ser llamado
Eva
Hiernaux
Desdecir
Ediciones Contrabando
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