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miércoles, 20 de abril de 2022

EN EL NOMBRE DEL PAN UN POEMA DE TODAS LAS DIRECCIONES DE INMACULADA PELEGRÍN

 

 

 

 

EN EL NOMBRE DEL PAN

 

Candela de Jehová es el alma del hombre

Proverbios, 20, 27

 

Son cien hombres subidos a una valla,

sentados sobre ella.

Los veo en el televisor mientras almuerzo.

Cien hombres que subidos a una valla,

sentados sobre ella, encaramados, aguardan.

 

Cojo un trozo de pan,

lo mojo en salsa boloñesa

y pienso en esos hombres subidos a la valla.

 

Recuerdo que mi hermano, los domingos,

solía acompañarme

a un lugar que llamaban islote.

Una piedra gigante que interrumpía el mar.

Una roca dorada que recorrer descalzos.

Un mínimo arrecife, formado por los restos

de una ballena megalítica,

desde la que aprender a zambullirnos.

Él saltaba primero y yo me demoraba

balanceando el tórax para tomar impulso.

Mi hermano, desde el agua, sonreía

esperando a que yo me decidiese.

Con mi cuerpo oscilando, adelante y atrás,

lo mismo que un rabino en oración,

intentaba encontrar ese momento,

el momento propicio,

el momento exacto en que las olas habrían de acogerme.

 

Hay cien hombres subidos a una valla.

Sentados sobre ella, encaramados.

Unos guardas los miran desde el suelo.

 

Vuelvo a mojar el pan.

 

En la guerra mi abuelo hacía balas,

balas brillantes y cilíndricas,

balas precisas milimétricamente hablando.

Al oír la sirena que avisaba de la presencia de aviones enemigos

debía, por su bien, salir corriendo.

A oscuras, para dificultar los bombardeos,

en más de una ocasión rompió sus pantalones.

A través de la tela remendada

se podía observar la luz del mundo.

Esto nos contaba sonriendo

desde su dentadura igual de remendada.

 

Sigo comiendo pan.

 

Hay cien hombres subidos a una valla,

sentados sobre ella, encaramados.

Balancean su cuerpo adelante y atrás.

Esperan su momento.

Muchos llevan rajado el pantalón.

 

 

 

Inmaculada Pelegrín

Todas direcciones

 

Hiperión


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