Quien
sabe del inventario del silencio,
de la
altiva memoria del viento
cuando
acusa a la vida de la vida
que se
quedó del sueño al otro lado
con el
vientre de lodo, y sobre ti,
sobre
el aire encerrado que busca al aire
entre
el vaivén de la inquietud de los días,
cada
peso de aquello que has hecho creer
que no
tiene la mínima importancia,
que ni
rompe el sueño de las ciudades
ni ha
alterado el color de las horas,
que aun
el viento es insignificante
en el
dibujo donde se quiebra la arena.
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Mirar
desde un balcón sin barandillas
y haber
perdido la paz de las fronteras
que
defienden al cuerpo de la intemperie
de
tierra tan extraña e imprevista.
Tener
los pies en el peligro del límite
y
alrededor las ruinas de una casa
que se
desmoronaba piedra a piedra.
De pie
sobre un balcón sin barandillas.
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Me
sitúo en el principio
—aturdimiento
del agua—
en
apenas la línea
que
separa la vida
de
donde la vida se separa.
Me
sitúo en la sal,
rebelión
de sal.
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Vas
escrutando el rastro
que ha
ido dejando el tiempo
¿cuáles
son las heridas
que se
han abierto al tacto?
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A
través del camino
—viajeros
de la sal—
pasan
los tiempos conformes
al
futuro al que acompañan.
El
secreto de las horas
cruza
el sol de las dunas.
Teresa
Pascual
Rebelión
de la sal
Traducción
Lola Andrés
La
Garúa Poesía
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