TODOS LOS DÍAS SON AYER
HAY en
mí una noche asumida,
una
oscuridad aceptada que permite
ver en
ella a estos ojos de negrura
que
colorean las sombras de los huecos
de las
cuevas que día a día habito.
Hay en
mí un temblor asumido,
una
punzada por costumbre que no duele
ya y hay
un nervio
muerto que solía
atar mi
yo al mundo que algún modo,
un
canal de angustia que es ahora
poco más
que un hilo absurdo
que me
mueve, cual títere, por inercia.
Hay en
mí una pena asumida,
y un
silencio, y un vacío, y un montón
de
todas esas cosas sobre las que
durante
siglos muchos hombres
y
mujeres mejor que yo han hablado.
No hay
más luz capaz de alumbrar:
solo la
que existió y no retorna
y lo
acepto y por eso reconozco
la
dicha que acontece en la tristeza.
Estoy
tan viva que estoy muerta.
Todas
las cosas son hoy tanto
que no
son.
Ayer
fue tarde todo el día.
Todos
los días son ayer.
María
Elena Higueruelo
Los
días eternos
Adonáis
Ediciones
Rialp
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