Ejercicio
de humildad:
Sube a
la montaña.
Intenta
describir
todo lo
que ves.
A cada
cambio de luz
vuelve
a empezar.
Ríndete.
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Como
el sol y la escarcha se alían
para
capturar la tela de araña
recortada
sobre el mural del cielo:
de
igual modo la vida me retiene.
Soy la
culpable red de la que huyo.
Soy la
presa inocente de mis presas.
Soy la
luz, el veneno y el temblor.
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Comprendimos
muy tarde que el clima es un ser vivo
y no
líneas y cifras sobre un mapa.
Que la
abeja era un ser complejo y caro
y en
sus alas bailaba nuestra suerte.
Amamos
la inmortalidad más que a la vida
y
conseguimos dejar un legado
una
firma indeleble, una herencia.
Nos
tendrá en su memoria todo inocente
o
animal que tachamos de la lista.
En un
pasado puro reside el misterio:
cómo
era ser Emily Dickinson
cantar
al árbol son ser su verdugo
guardar
el apocalipsis en un libro.
Dejar
intacto el mundo detrás.
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Una
mujer camina sobre la nieve
con la voluntad
de un sirope de sangre
afilada
como la hoz de una interrogación.
Se
celebra el aniversario de los montes
y ella
busca a los árboles cubiertos de encaje
los
ramos de flores listos para cada mano
las
guirnaldas para los supervivientes.
En el
banquete quiere ser la niña traviesa
la
abuela dormida y el regalo misterioso.
Quiere
alisar rasos, aflojar corbatas
inflar
globos, estirar manteles
disponer
el musgo en los cuernos del alce.
Quiere
ser la tarta y la tirita
bailar con
el río y con la amapola
enmendar
los miembros rotos con metáforas.
Pero
sus ojos barren el paisaje
y solo
encuentra un silencio de entierro.
Puso a
enfriar el champán en los neveros.
Cocinó
con coágulos de moras.
Escribió
poemas de alegría y triunfo.
No vino
a atestiguar ningún vacío
y ahora
su discurso será elegía
y duda
entre el silencio y la palabra.
Porque
hablar demasiado tarde
es otra
manera de matar la inocencia
es otra
manera de hacerse cómplice.
Ana
Pérez Cañamares
La
senda del cimarrón
ya lo
dijo casimiro parker
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