NO ERA
FECHA RELIGIOSA
Me daba
mucha vergüenza que mi papá se dejara puesta
la ropa
de trabajo fuera de horario y anduviera
por ahí
así vestido, la camisa, el pantalón azul de grafa,
yendo y
viniendo por el barrio, tomándose colectivos
como si
no supiera, o no se mereciera, usar otra cosa.
Una vez
abrí la puerta de su pieza y lo encontré hablándole
de
cerca
a un
cuadro con la imagen de Jesús, colgada
sobre
el respaldo de la cama.
Le
hablaba en susurros, la cara
pegada
al marco, le había puesto unas ramas de laurel.
No era
fecha religiosa.
Me
pregunto qué le decía, porque conmigo no hablaba.
No se
dio cuenta de que yo estaba ahí.
Hasta
jubilarse se levantó a las 4.30 de la mañana,
se
calentaba leche
en una
taza de loza mientras le pagaba una barrida
a la
cocina.
A veces
el ruido de las fibras de la escoba me despertaba
y lo
miraba por la ventana esperando el colectivo para
irse a
trabajar.
Recuerdo
que hacia fuerza para que llegara rápido, así
no
pasaba frío
o algo
raro en la calle.
Se
colgaba de torres para soldar, y los fines de semana
hacía
changas:
revoques,
pintura de interiores y frentes, arreglos
de
cortinas.
En la
cancha, en una final, le grité un gol en la cara
porque
somos de equipos diferentes.
Alguna
vez me dijo que yo le gustaba como era porque
me
defendía
de lo
que él no pudo.
Ahora gano
más que su jubilación y me da una vergüenza
enorme.
Siempre
me compró las mejores zapatillas, las mejores
ropas,
la mejor gaseosa.
Hace
poco fui a su casa y me llevé la camisa Ombú
que ya
no usa,
me
empezó a gustar la tela y el color.
Silvina
Giaganti
Tarda
en apagarse
Luces
de Gálibo : Poesía
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