NIÑO
MUERTO
Si
llegara hasta ti bajo la hierba
Joven
como tu cuerpo, ya cubriendo
Un
destierro más vasto con la muerte,
De los
amigos la voz fugaz y clara,
Con
oscura nostalgia quizá pienses
Que tu
vida es materia del olvido.
Recordarás
acaso nuestros días,
Este
dejarse ir en la corriente
Insensible
de trabajos y penas,
Este
apagarse lento, melancólico,
Como
las llamas de tu hogar antiguo,
Como la
lluvia sobre aquel tejado.
Tal vez
busques el campo de tu aldea,
El galopar
alegre de los potros,
La
amarillenta luz sobre las tapias,
La
vieja torre gris, un lado en sombra,
Tal una
mano fiel que te guiara
Por las
sendas perdidas de la noche.
Recordarás
cruzando el mar un día
Tu leve
juventud con tus amigos
En
flor, así alejados de la guerra.
La
angustia resbalaba entre vosotros
y el
mar sombrío al veros sonreía,
Olvidando
que él mismo te llevaba
A la
muerte tras de un corto destierro.
Yo
hubiera compartido aquellas horas
Yertas
de un hospital. Tus ojos solos
Frente
a la imagen dura de la muerte.
Ese
sueño de Dios no lo aceptaste.
Así
como tu cuerpo era de frágil,
Enérgica
y viril era tu alma.
De un
solo trago consumiste
La
muerte tuya, la que te destinaban,
Sin
volver un instante la mirada
Atrás,
igual que el hombre cuando lucha.
Inmensa
indiferencia te cubría
Antes
de que la tierra te cubriera.
El
llanto que tú mismo no has llorado,
Yo lo
lloro por ti. En mí no estaba
El
ahuyentar tu muerte como a un perro
Enojoso.
E inútil es que quiera
Ver tu
cuerpo crecido, verde y puro,
Pasando
como pasan estos otros
De tus
amigos, por el aire blanco
De los
campos ingleses, vivamente.
Volviste
la cabeza contra el muro
Con el
gesto de un niño que temiese
Mostrar
fragilidad en su deseo.
Y te
cubrió la eterna sombra larga.
Profundamente
duermes. Mas escucha:
Yo
quiero estar contigo; no estás solo.
Luis
Cernuda
La Realidad
y el Deseo
(1924-1962)
Alianza
Editorial
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