LOS
CIELOS DE ARLES
Le
sorprendieron los girasoles
amarillos
y gigantescos
su gran
corola
repleta
de miles de ojos
—pepitas
pardas—.
Ellos giran
sin romperse
y ahora
viven en mi mano
después
el solo los pulveriza.
Mis ojos
se adaptan 
a la
trayectoria de los pájaros.
Pronto arrojaré
mi tristeza 
a los
cielos de Arles.
Estoy
desnudo y quiero rendirme 
regresar
a la tierra 
donde
el cordón fue rasgado 
—este
no es mi lugar—.
Van Gogh
apaga la vela 
con el
dolor de su aliento.
Que los
dioses le protejan.
—————————————————
EL ABRAZO
El pantano imprime universo 
con altavoces de tormenta.
Asustados por el rayo 
en nudo de corbata 
las voces decaen.
Lo que decimos lo recoge el agua 
aclimatada a los rezos invisibles 
de la marea interior.
Déjame brillar 
y ocuparme de ti 
mecer el dolor de la hendidura 
con mi vieja alma 
déjame sellar 
tus últimas palabras: 
haiku impronunciado en la boca 
y piel desnuda a la intemperie.
El abrazo 
el frío definitivo.
Isabel Hualde
Caminar horas
Ediciones Eunate

No hay comentarios:
Publicar un comentario