CONSUMO COTIDIANO
Amarrada
al duro banco
de las
bolsas de la compra…
Necesitas
un poco de distancia,
unas
gotas de humor y cinismo
para
sobrevivir en estos tiempos
en los
que todo puede resolverse
con la
tarjeta visa y unas tiendas
y no
por eso pienses que eres mala…
Amarrada
al duro banco
de la
oferta y la demanda,
obligada
a saber cada detalle,
el
número, la talla y el regalo,
lo
necesario que casi nunca es nada
lo
imprescindible, siempre prescindible,
lo que
ves, lo que compras, lo que guardas
de cada
cosa y en cada momento.
Amarrada
a la nostalgia
de la
tienda de la esquina,
a las
tardes de agujas y de hilos
cosiendo
el traje que después lucías,
aquel
jersey tejido con tus manos,
el
pantalón vaquero, aquella falda…
Entonces
no mirabas la etiqueta
pensando
en esa prenda que te ofrecen
tan
cerca y tan barata, porque sabes
que no
hay que confundir valor y precio:
tú
pagas una cifra,
pero el
precio que pagas
es
tratar de ignorar que cada día
una
mujer trabaja esclavizada
en un taller
infame,
amarrada
al duro banco
de las
cosas que tú compras
y que
ella cose con sudor y lágrimas.
Ana
Moreno Soriano
Mujeres
de carne y verso
atrapasueños
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