Lo mismo había ocurrido en los '50 en
España, años de plena posguerra agravados por un régimen
dictatorial, que subyugó aún más a las mujeres al reforzar los
estereotipos de sumisión. Baste recordar aquel poema de Ángela
Figuera “Exhortación impertinente a mis hermanas poetisas” de
1950, donde pinta de cuerpo entero a sus compañeras de generación:
Os pasa que os halláis en la vida
como en una visita de cumplido.
Sentadas
cautamente al borde de la silla.
Modosas.
Dibujando sonrisas desvaídas.
Lanzando
suspirillos rimados, como pájaros
bobos.
(…)
Eva quiso morder la fruta.
Mordedla.
Y cantar el destino de su largo
linaje
dolorido y glorioso. Porque,
amigas,
la vida es así: todo eso que os
aturde y asusta.
Como bien se desprende de este poema,
se contaron con los dedos de la mano las que se atrevieron a morder
la fruta como Figuera, y más de una se vio abocada al exilio tanto
exterior como interior —pienso en Gloria Fuertes relegada
públicamente a se una escritora para niños—.
Noni Benegas
Ellas resisten
Mujeres poetas y artístas
Textos 1994-2019
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