El silencio
Hoy he hablado en clase
del silencio.
El silencio, les decía,
es el fermento
fértil de lo escrito.
Cien ojos me miraban asombrados
o ausentes —es difícil saber
lo que pensaban—
y alguno compartía su ficticio
interés
con su página de Twitter
o de Facebook.
Yo les insistía
en que hay modalidades
de la realidad como
la música o la imagen
que no se apoyan en el lenguaje
articulado,
como bien sostiene Steiner,
y que ambas son ingredientes
cardinales
de ese modo hermoso de nombrar
que es la poesía.
Y acudiendo a la autoridad
de su lirismo,
citaba a Octavio Paz,
quien lúcido asevera
que el silencio siempre expresa
algo
pues está preñado
de señales y signos.
Intentaba hacerles entender
que este silencio
preciso y necesario es levadura
que espesa
la mirada, la vida y el aliento...
Ellos respondieron observando ocultos
el reloj y agitándose nerviosos
en las sillas.
Fuera de clase, en el tejado,
la lluvia ruidosa y cristalina
daba firme fe de mis palabras.
Asunción Escribano
Salmos de lluvia
Vaso Roto Poesía
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