Jornada
de puertas abiertas
No pasa
nada
si el
poema decisivo se pierde, la rutilante página
del
evangelio del mundo, los versos redentores
que iban
por fin a poner todo en su sitio,
enemigos
amigos cielo infierno. No pasa nada.
No pasa
nada porque la verdad esté mezclada
con su
poco de error. Ni porque éste tampoco sea puro
total
definitivo. Porque tengan los besos más dulces
algo de
gusto a sangre.
No pasa
nada si te atrapa el atasco,
si el
chaparrón te obliga a refugiarte,
si la
cola en la tienda nunca mengua,
si el
aeropuerto se torna albergue improvisado.
Despliega
la escalera mental para salir del pozo imaginario
y
asciende por ella sin prisa: ves que no pasa nada.
Nada
pasa si pierdes
el tren
que te llevaba a la cita decisiva
de la
que dependía la beatitud del corazón
e
incomparables éxtasis genitales, esa chica tan guapa o el progreso
del que
te hablan envarados sacamuelas
con
alfiler de corbata y estadísticas. No pasa nada,
de
veras, sal a la calle, entra en el bar, pide un café caliente,
límpiate
con la mano el interior de los ojos,
disuélvete
en el mundo como terrón de azúcar.
Si entre
el momento de la sed y el vaso de agua
pasa un
rato, no pasa nada. Hay muy pocas cosas
que de
verdad pesen tanto. Hasta la muerte
—pero
no estoy hablando aquí del asesino—
sólo
consigue matar a quienes ya estaban
pasablemente
muertos.
Lo que
consideras arponazos letales
son
imperceptibles rasguños de alfiler
para la
vida común, cetáceo gentil.
Mira esa
mancha en el muro
donde el
idiota sólo ve una mancha:
es una
de las puertas del mundo, y está abierta.
Jorge
Riechmann
poema incluido en
Vicente
Luis Mora (ed.)
La
cuarta persona del plural
Antología
de poesía española contemporánea (1978 - 2015)
Vaso Roto Ediciones
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