Soñé
con Leopoldo María Panero.
Tenía
los dedos
manchados
de nicotina
y los
ojos amarillentos
sin
brillo, enfermos
hundidos
en sus cuencas
como
animales muertos.
Iba
desnudo
el pene
flácido
el
vientre hinchado
como el
de un niño famélico
la piel
pálida
como la
de un vampiro
la
musculatura fofa.
Me habló
con esa manera
de
hablar nerviosa
de los
enfermos mentales.
Me dijo:
dios
llora en mis hombros el dolor del universo.
Rafael
Calero Palma
Cuando
atraviesas el fuego lamiéndote los labios
ediciones
enemigo público número uno
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