NADIE
HABITABA EL MUNDO
Si sales
tan guapa es porque estás trabajando
o porque
estás loca
—me
dijo, mascando chicle,
y
le contesté que no a lo primero.
Él
trabajaba en la tienda que hay
bajo
el balcón de mi madre,
la
única en los alrededores
que
sobrevivió a la crisis.
Se
notaba que es esa tienda
él
estaba a gusto
y
me puse de puntillas para besarle
no
porque fuera muy alto
sino
porque yo estaba romántica.
A
esa hora en la que no había nadie en la calle
salía
de la tienda para piropearme
a
su manera.
Había
escuchado que él
había
acuchillado a alguien en la cara
amenazándole
con comérselo
después
de matarlo.
¿Qué
masticaba mi piropeador
mientras
me piropeaba?
¿por
qué echó a correr cuando llegó la policía?
Yo
escudriñaba el escaparate
por
si lo veía dentro
con
sus ojos vidriosos
a
esa hora en que el mundo era un infierno
bajo
el balcón de mi madre.
Elena
Román
¿Qué
hacer con Freud además de matar a Freud?
Ediciones
Liliputienses
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