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miércoles, 27 de junio de 2018

MIEDO UN POEMA DE JOSÉ GARCÍA OBRERO






MIEDO


Caen las persianas para evitar las manchas de la noche.
¿Oyes ladrar afuera a los perros de Carver?
Los que acercan sus fauces, aunque no muerdan:
dos motosierras que insisten en olfatearnos el temblor.
Noche callada, noche detenida, noche oscura del alma,
noche de la carne oscura, carne reclamándose a sí misma,
mientras el tiempo salta de respiración en respiración;
mientras los cuatro angelitos que velaban los sueños,
ahora francotiradores tensos en sus esquinas,
esperan la adecuada señal para volarnos la cabeza.
Continúa así la ronda del juego de las sillas musicales.
Alguien describió en un poema el calor de las manos;
no era la mano de mantel de la madre de Otero
ni era la mano herida anhelada por Lorca,
quizás la mano firme que no sostuvo a Sexton
o la mano más bella que deseó Cortázar.
En algún momento decía: “dame tu mano”,
entrégame calor para alumbrarme en el mundo,
porque la poesía no es cobijo sino lluvia,
el plancton amarillo que antes fue un socorrista.
La persiana no del todo cerrada anuncia un cielo
idéntico al hedor de un criminal.
¿Dónde podré ocultarme cuando acerquen su hocico
y el único recluso sea yo?


José García Obrero
La piel es periferia

Visor

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