[27]
En las
sombras, el asesino
rezaba
odios.
Acompañado
del fuego
saltó a
la calle
y todas
las esquinas
olvidaron
las
voces del hijo.
[39]
De nuevo
me encontré
con el
vecino del primero,
el
saludo, se perdió en el aire
y
comprendí su rabia.
Se le
escapaba la vida del alma
entre
los tabiques.
Las
páginas de las soledades
se
escribieron para él.
Desconoce
si fue el guardia del banco,
o fue
cualquier vecino vestido con el mismo fuego.
Del hijo
perdido en la corrida
por una
avispa de plomo y odio,
un
cartón en la cómoda, con una imagen
desgastada
por los besos,
es la
única luz de sus extraños días.
[51]
El niño
se ha puesto a cantar con voz
de
geografías verdes.
Los
caballos del tiovivo
corrían
por dentro de sus risas.
Alguien
puso en mis ojos las lágrimas
del
recuerdo.
Dentro
de mis soledades,
los
dientes sin boca de las ausencias,
me
comían las voluntades.
[54]
Gritaban
los ausentes del miedo
y mordía
un parado
su sueño
de pan.
De los
deseos sin destino
sólo
una esquela de seda han encontrado
esperando
el autobús de los vencidos.
Antonio
Martínez i Ferrer
El rumor
del patio
Germania
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