La
angustia neutra de todos los ancianos y el instinto sublime del bebé.
Intercambio de nombres sin más dramatismo que un acta de defunción
y otra de nacimiento. Las dos gestiones más señaladas de nuestras
vidas no las cursamos nosotros. La movi- lidad de la primera, la
ignorancia de todo cuanto es y rodea a la segunda. ¿Adónde te
escondiste, azar, con dos fechas uncidas?
————————
Mientras,
la anciana lleva en su carrito vacío al niño que no tuvo.
————————
Testifíquese
cómo este perro se hunde en su propia agua, cómo estalla la última
gota en su pupila, cómo, abandonado, recorre pese a todo las cumbres
del perdón. Queda entonces y de nuevo la historia por demostrar.
Generaciones de convivencia, la mano del hombre que una tarde de
enero lo sedujo para una vida de igual a igual. Obligado ahora a
señalarse con la mueca del mendigo, arrastra su certeza, el recado
azul del inocente.
Marta
Agudo
Historial
Calambur,
Poesía
No hay comentarios:
Publicar un comentario