la
calle parecía un milagro
nunca
llovía
y si
llovía salíamos a celebrarlo
la luz
entraba de otra manera
por las
rendijas, entre mis dedos
la luz
era más sólida
más
amarilla
aquella
densidad de la luz
antes y
después de la siesta
aquella
densidad del eco de un martillo
acompasando
el sueño
y nadie
deseaba despertar
Isabel
Bono
Lo seco
Bartleby
Editores
(gracias pablo müller, a veces todavía oigo algún martillo y viajo a las siestas de la infancia)
ResponderEliminar