IV
No somos
los hijos de Auschwitz (ni del napalm)
No
alumbró el neón de cualquier gasolinera.
Rociados
como cerdos muy apretados contra el escaparate bebimos los modales,
lo
vomitado por el gran monstruo.
Nuestra
virgen fue la niña de Poltergeist que desapareció hasta los huesos
comida en el salón.
Ve hacia
la luz...
La luz
del fracaso espera a la salida de tu universidad.
No somos
hijos de Auschwitz, luchamos libre contra un enemigo invisible.
Somos
los negros clareados de cadenas psicotrópicas,
los
topos que creen ser pájaros y planean.
Los
niños locos del carnicero angelical.
Patricia
Fernández
perra
tumba
Poemas
(in) surgentes / Editorial La Vorágine
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