Por
fin
he
tirado la maleta
por la
ventana.
A medio
camino
volaban
páginas y píldoras
ampollas
inyectables
y
oraciones de súplica.
El
vientre cristalizado
caía,
libre,
casi
parecía volar.
Un
elegante salto
sobre la
fortuna al otro lado
de los
ladrillos
y
liviana, ahora
puedo
dedicarme
a comer
tierra.
Margarita
Otero
Verse nº
2 – cabra violeta
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