Punto
de arranque
No
hay excusas
para seguir latiendo
como si dentro,
en la hueca cavidad
de nuestros fracasos,
siguiéramos teniendo un
corazón o
al menos
una o dos mentiras
para seguir
creyendo
para seguir latiendo
como si dentro,
en la hueca cavidad
de nuestros fracasos,
siguiéramos teniendo un
corazón o
al menos
una o dos mentiras
para seguir
creyendo
que lo tenemos.
Normalidad
Hay
días normales...
días en los que llueve,
el ceviche sabe a pescado,
el agua no tiene burbujas,
y
un padre cumple años
que,
a veces,
olvida.
Días en los que
las puertas cerradas no ajustan,
un niño sueña con ser ciclista
y las escuelas están abiertas
para cerrar anhelos.
En días normales, como hoy,
las ranas se alían con el silencio
y un viejo amigo puede ser
la voz más joven de la galaxia.
En días normales, como hoy,
pasan cosas excepcionales.
Hoy mi abuela ya no está sola acompañándome.
Hoy estoy
más solo y
más acompañado
que nunca.
En días como hoy
ni una de tus cenizas podrá calmar
esta sed de tenerte
cerca;
ni uno de los rones
que llenarán este vacío cósmico
podrá aliviar tus labios cuarteados
de las últimas y suaves horas
de tu aliento.
días en los que llueve,
el ceviche sabe a pescado,
el agua no tiene burbujas,
y
un padre cumple años
que,
a veces,
olvida.
Días en los que
las puertas cerradas no ajustan,
un niño sueña con ser ciclista
y las escuelas están abiertas
para cerrar anhelos.
En días normales, como hoy,
las ranas se alían con el silencio
y un viejo amigo puede ser
la voz más joven de la galaxia.
En días normales, como hoy,
pasan cosas excepcionales.
Hoy mi abuela ya no está sola acompañándome.
Hoy estoy
más solo y
más acompañado
que nunca.
En días como hoy
ni una de tus cenizas podrá calmar
esta sed de tenerte
cerca;
ni uno de los rones
que llenarán este vacío cósmico
podrá aliviar tus labios cuarteados
de las últimas y suaves horas
de tu aliento.
Diario de Cesiones
Domingo.
Los días de guardar
suelo ceder lo escondido: una sonrisa sin razón, quizá; una flor
recogida al salir del trabajo; un puñado de piedras que nunca
tuvieron un destino.
Misiva (casi) dramática de unos nadie al borde de la
esperanza
Os
observamos cuando nos ignoráis, lo que nos da mucho tiempo porque la
mayoría del tiempo no somos más que nadie para vosotros. Y, al
veros, dudamos de la limpieza de vuestros anhelos y de la pureza de
las aguas en las que soléis ahogaros.
Os
vemos arañar las paredes de vuestros hogares. No hay remanso en el
confinamiento del tener. Tenéis trabajos, tenéis vivienda, tenéis
un carnet de identidad, tenéis que cumplir las leyes que otros
dictaron para vosotros, tenéis el obsesivo deseo de tener. Por
experiencia propia, sabemos que para escapar de la jaula el primer
paso es renunciar a ese verbo que usurpa, extirpa, extrae, acumula,
carcome, inhibe, rompe, castra y reduce vuestro ser (humano). Tener
obliga, ser nos lleva a un sano espacio de incertidumbre donde lo
placentero no está asegurado pero donde lo postrero siempre es
posible.
Nosotros,
los nadie, este ejército harapiento sin armas, provistos del don de
la duda y de la capacidad del funambulismo en las cloacas del
capitalismo castrante, os invitamos a dejar las ventanas abiertas, a
botar todos los juegos de llaves que conllevan los miedos, a quitaros
los zapatos y perderle el miedo al tacto del fondo de los ríos, a no
volver al puesto de trabajo si no es para llenarlo de matas de papaya
y huevos de pelícanos, a sacar a vuestras hijas e hijos de los
campos de concentración que llamáis escuelas, a intercambiar
abrazos por comida, comida por conversas y noches de luna preñada
por canciones que hablen de reinos sin reyes y de hadas sin madrinas.
Nosotras,
nosotros que somos nadie porque así nos llamaron y porque así nos
sentimos, sabemos que la nada es el país de la cucaña, el áspero
rincón donde no hay promesas, la olorosa fragua donde martillear
nuestras almas de algodón rozado, la manigua cargada de agua,
orquídeas y plantas venenosas. La nada no os entrega nada, pero no
os quita la esencia. La nada no os promete un océano de melcocha
pero os permite nadar sin cargas en los mares que otros desconocen.
Os
animamos a dejar de ser alguien, a destruir todo rastro de vosotros
mismos para comenzar a ser vosotros mismos, a desaparecer de las
calles atestadas de neones y buscar las trochas que se bifurcan. Para
ser no hay mapas ni brújulas, para dejar de ser no hay leyes ni
hipotecas. Los nadie os esperamos en la luna oculta de ese sol que os
deslumbra.
Paco Gómez Nadal - Diario de Cesiones
Amargord Ediciones
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