***
48
***
Por debajo
del discurso, el vértigo. Manteniéndose. En el mí. Perdurando. Lo absolutamente
indefinible, como primera, inexpresable y única aprehensión. 49
***
Imposible
elegir discurso. Imposible sustraerse al vértigo. No tengo voluntad de ceguera.
Ya no. Y sé que existir en lo infinito es cosa imposible.
No tengo
cauce. No lo lamento. En un infinito caben todos los infinitos. 50
______________
48 Hablar para
curar… ¿Por qué cura el habla? Porque define: pone fines, límites, contrae lo
inabarcable. Y los sentimientos extremos lo son. Infinitos por inabarcables,
no: inabarcables porque infinitos. Al delimitarlos (al proporcionarles una
finitud), se hacen controlables. Así pues, hablar para poder controlar.
Pero el habla tiene lugar en el discurso. Los
límites son los del discurso en el que el habla se mantiene. Se mantiene: dura.
49 Es posible salvarse en un discurso. Todo pueblo, toda
tribu tiene el suyo. Occidente, aparentemente, ofrece una diversidad de ellos.
La libertad —un valor ad hoc para el individualismo— obliga a elegir
entre ellos. En realidad, la elección obedece al imperio de un solo y mismo
discurso: el mercado. Porque también los discursos son valores de mercado. La
demanda es acorde con la voluntad de ceguera. Ésta nos anima a elegir. Elegir
un determinado instrumento para la finitud. En Occidente ya no se imponen, no
se heredan, no son dados: se proponen.
50 Nómbrense de la manera que se quiera: todo, nada,
caos, todos los infinitos van a dar el mismo infinito. Todos (la tristeza, el
amor, la muerte, la admiración…) se resuelven en uno solo, sin modulación, pues
es la cualidad de lo Infinito lo que en todas las modalidades prevalece. La
cualidad se convierte en esencia. Lingüística, pues. Discurso de todos los
discursos. Logos. Ya no me es posible seguir en el mundo de los discursos
paralelos. Ya no me es afín la parcialidad discursiva. Sólo cabe en mí la
palabra Infinito aplicada a aquello que yace bajo todo lo que, en su
particularidad, carece de límites y que es lo mismo que aquello a lo que el
discurso pone límites, sólo que incontrolable y, en razón de ello,
fundamentalmente distinto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario