Mujeres y niños en las minas de Bizkaia. 1890. Archivo Museo de la Minería del País Vasco |
«Los que
esperan que lleguen las condiciones objetivas de la revolución esperarán por
siempre.»
Rosa Luxemburgo
Contra el dueño de la mina el bisabuelo barrena
el agujero preciso para el cartucho de dinamita,
el que arrancará el brazo al hijo Julián,
el que dará los réditos futuros de los premios
nobel,
el que engordará la cuenta mercenaria de Vargas
Llosa.
Antes contra el dueño de la tierra que expulsa
al padre sin nombre, contra el guardia civil que
escupe
a la puerta de la taberna de donde marcha sin
pagar,
antes contra el cura que golpea con el cinto a las
niñas
que juegan porque es viernes y el silencio es
obligatorio
y así aprenderlo cuando habla el hombre,
habla el patrón,
habla el dolor.
Contra el dueño del taller de las máquinas el
abuelo
forja las anclas del miedo, los viajes tristes en
los barcos
a América, la última carta del hermano lejos,
la fiesta obligada para aplaudir al dictador que
entra
en la oscura ciudad de humo y niebla mar,
contra el dueño,
contra el capataz,
contra el hombre que aún
no es persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario