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sábado, 11 de junio de 2016

LA VOZ


El polígono, Gipuzkoa, noviembre de 2015 por Pablo Müller


 

«Una poeta escucha la cadencia, las infinitas voces del mundo —las emancipadas, las que son esclavas— y que nunca coinciden, ni están en conformidad con el mundo. Un poeta recuerda las escrituras que lo preceden, las que vendrán, las que todavía no nacieron. Una poeta admira las imágenes que brotan de la veloz materia que es un acorde, un sueño, una voz. Un poeta sabe que las palabras nunca tendrán poder para armonizar. Que ningún poema será señor de sí, ni del idioma, ni del mundo.»

 

Chus Pato - Hordas de escritura seguido de Secesión - Amargord Ediciones

 

Hay lecturas que fundan el presente y se quedan en él.
 
Aún cuando la recuerdo, incluso cuando imagino, algo estéril, las mismas en el futuro, esas lecturas están en su plenitud.
 
Por eso son presente.
 

 

«Mi voz

He nacido una noche de verano

entre dos pausas. Háblame: te escucho.»

 

Vicente Aleixandre – Espadas como labios

 

Las pausas al nacer son, dice Aleixandre, la invitación al otro a hablar, el anuncio al otro de que es escuchado.
 
El otro no es otro sino nosotros, un yo expandido que invita y anuncia hasta desaparecer, otro plural y comunitario.
 
El yo la voz, el nosotros la poesía.

 

 

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