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martes, 31 de mayo de 2016

MI PADRE ME ENSEÑA


El padre en el juego de las cartas, por Pablo Müller



 
«Mi padre me enseña que tenemos que inventar a ese padre con dolor y sin ferocidad, un padre que nos invente.»

Jorge Riechmann

 

Contamos diez cebollas en la huerta,

nueve manzanas calientes de mañanas,

ocho hachazos en los leños de la encina,

— el sudor del padre y sus ojos cerrados —

siete surcos para drenar el agua del riego,

seis paladas de arena por dos de cemento,

cinco gritos por hora clamando aplicación,

— no te escondas, no te escapes —

cuatro piedras con las aristas de sangre,

tres hijos vivos, dos hermanos supervivientes,

el padre único, al amparo del dolor,

— el peso de la vieja vida,

un paso de danza que se ejecuta sin pareja —

 

Desbrozamos, con su compasión, la maraña

violenta, el ruido agreste, cercamos el miedo,

antiguo y tosco, y limpio el camino

mostramos la salida del daño, ánimo,

enérgica despedida: no

— al padre no, a nosotros no —

con el no, esa sílaba esencial,

inventamos al padre sin noticia,

el padre que nos inventa por fin.

 

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